Vid Petit Verdot

La vid Petit Verdot es una variedad muy antigua de vid para vino, originaria del suroeste, vigorosa y bastante difícil de manejar, ya que crece en todas direcciones. Sin podar, es capaz de alcanzar los 4 m, pero es preferible podarla regularmente. Necesita veranos calurosos y humedad en las raíces para fructificar bien, por lo que ha pasado un poco de moda. No obstante, forma parte en pequeñas proporciones de denominaciones de origen reputadas: Margaux, Pauillac, Médoc, Saint-Estèphe... Presenta la ventaja de ser bastante resistente a enfermedades, pero en cambio muestra sensibilidad a los ácaros y al Eudémis (gusano del racimo).

La vid para vino (Vitis vinifera) crecía en estado salvaje hace más de 5000 años en América del Norte y Central, Europa y Asia central y oriental. La subespecie sylvestris sigue existiendo, se trata de una liana trepadora, que crece en los bordes del bosque y es capaz de alcanzar grandes alturas en los árboles. Su introducción en Francia, para el cultivo, se produjo por los focenses en Provenza, hacia el 600 a.C. Las variedades actuales, denominadas cepas en el caso de la vid, están vinculadas a la subespecie vinifera (aunque existen otras especies cultivadas, pero muy minoritarias). Económicamente, la vid para vino predomina ampliamente sobre la de vid de mesa, se cuentan más de 200 cepas autorizadas en Francia, fruto de un largo trabajo de selección a lo largo de los siglos.

Petit Verdot es típicamente una de estas vides históricas cuyo origen se remonta al menos al siglo XVIII. Esta cepa procedería del suroeste, aunque parece descender directamente del Tressot noir, una cepa de Yonne. También se encuentra plantada en los viñedos búlgaros, españoles, italianos, portugueses o malteses, lo que demuestra su preferencia por los climas cálidos. De hecho, debe su nombre al hecho de que se mantiene verde más tiempo que otras cepas, tanto necesita calor para madurar bien...
Petit Verdot es bastante reconocible en el desborre por su aspecto bien algodonoso, luego por las hojas jóvenes amarillentas, al igual que sus zarcillos. De adultas, las hojas adquieren una forma de corazón con 3 lóbulos y son de un verde oscuro mate. Su porte es bastante vigoroso y colgante, con ramas que tienden a crecer en horizontal y un poco en todas direcciones. Bastante blandas en su base, tienden a romperse fácilmente con el viento y necesitan ser cuidadosamente puestas en espaldera. La floración a principios de verano produce racimos pequeños a medianos, cilíndricos, formados por pequeñas bayas esféricas de color negro azulado. Esta vid se incorpora en pequeñas proporciones en muchas denominaciones de origen a las que aporta un carácter tánico y estructurado, convirtiéndolas en vinos de guarda. Su madurez es tardía, casi 4 semanas después del Chasselas, cepa de referencia, mientras que solo desborra 4 días después, lo que habla mucho de sus exigencias calóricas. Por eso la cosecha puede verse comprometida en veranos mediocres, mientras que tiene éxito en países cálidos como España, siempre que disponga de suficiente humedad, ya que teme la sequía. 

La vid Petit Verdot no es la más fácil de cultivar, debido a su crecimiento difícil de disciplinar y sobre todo a su gran necesidad de calor. Pero resulta menos sensible a las diferentes enfermedades de la vid, como el mildiu, el oídio y el Botrytis. Dada su exigencia de calor, es aconsejable ponerla en espaldera contra un muro de piedra bien expuesto para que pueda aprovechar al máximo el sol. En general, la vid es rica en vitaminas B, es una fuente de fibra y manganeso y está bien provista de antioxidantes. También podría desempeñar un papel en la prevención de enfermedades cardiovasculares, y sobre todo, es un postre saludable, natural y sabroso. Para disfrutar de sabores diferentes, planta a su lado una variedad de uva blanca como la Fragola Bianca, de aroma excepcional. O también la Zarzamora sin espinas Navaho cuyos frutos podrás disfrutar frescos o cocinados en postres o mermeladas.