Vid Chasselas De Fontainebleau

El Chasselas doré de Fontainebleau es una variedad de referencia en el mundo de la vid. Este cepage de mesa, uno de los más apreciados entre las uvas blancas, también puede vinificarse. Produce racimos de tamaño medio, con uvas amarillo doradas, de piel fina y pulpa jugosa, de sabor muy agradable. Puede cultivarse con poda corta o larga, este cepaje muy antiguo es poco sensible a la podredumbre gris y a los ácaros. Sin embargo, teme el oídio y las enfermedades de la madera, así como los gusanos del racimo. Esta vid prosperará en la mayoría de suelos neutros a calcáreos, bien drenados y en exposición soleada. Resiste bien al frío.

La vid para vino (Vitis vinifera) crecía en estado salvaje hace más de 5000 años en América del Norte y Central, Europa y Asia central y oriental. La subespecie sylvestris aún existe, se trata de una liana trepadora, que crece en los bordes del bosque y es capaz de elevarse a grandes alturas en los árboles. Su introducción en Francia, para el cultivo, se realizó por los focenses en Provenza, hacia el año 600 a.C. Las variedades actuales, denominadas cepajes en el caso de la vid, están vinculadas a la subespecie vinifera (aunque existen otras especies cultivadas, pero muy minoritarias). Económicamente, la vid para vino predomina ampliamente sobre la de uva de mesa, se cuentan más de 200 cepajes autorizados en Francia, fruto de un largo trabajo de selección a lo largo de los siglos.

Variedad muy antigua, esta vid Chasselas de Fontainebleau según la leyenda habría sido enviada de Cahors a Fontainebleau por el rey Enrique IV antes del año 1600. En realidad, según algunos estudios genéticos, sería originaria de Suiza, o quizá de Borgoña. Arbusto sarmentoso trepador vigoroso, la vid Chasselas doré de Fontainebleau es una trepadora que alcanza fácilmente 5 m de altura o de extensión si no se poda. Su forma final dependerá de la poda realizada. Planta ramificada provista de zarcillos muy largos en el caso de esta variedad, no obstante hay que sujetarla a su soporte para ayudarla a mantenerse y trepar: espaldera, valla, carpa de jardín, pérgola... También es una planta de sol frugal, poco exigente, que incluso prefiere una tierra a la vez arcillosa y pedregosa, con tendencia calcárea, pero puede resultar sensible a la sequía prolongada. Sus hojas son rojizas al brotar en primavera, luego adoptan una forma casi pentagonal, con 5 lóbulos poco marcados. Su floración ocurre en mayo-junio según los años y las regiones, ofreciendo flores muy pequeñas verdosas reunidas en racimos cónicos de tamaño medio. Dan bayas amarillo doradas, también de tamaño medio, que maduran en agosto y septiembre según las regiones. Estas bayas de piel fina tienen una pulpa muy jugosa y llena de sabor. Cabe señalar que los racimos pueden ser propensos al corrimiento, es decir, algunas bayas abortan, mientras que otras se desarrollan de manera imperfecta, tanto en tamaño como en maduración.
Muy resistente (hasta -20 °C, incluso -25 °C), esta vid crece a pleno sol, en una tierra ordinaria, incluso pedregosa, siempre que no sea demasiado seca. Poco sensible a la podredumbre gris y a los ácaros, esta vid teme en cambio el oídio que habrá que vigilar para poder tratar con azufre si es necesario. También es propensa a las enfermedades de la madera (excoriose y eutypiose) así como a los gusanos del racimo.

La uva Chasselas doré de Fontainebleau se consume en mesa o en zumo, por ejemplo en un cóctel de frutas vitaminado para el desayuno. Para disfrutar de sabores variados, planta a su lado la sorprendente vid de uvas negras Philipp, con sus curiosas bayas alargadas en forma de pera. Un Kiwi arguta Issai (autopolinizante), también te permitirá enriquecer tus ensaladas de frutas otoñales con calcio y vitamina C.