Judía de enrame Cobra

La Judía de enrame de vainas verdes Cobra es una mejora de la variedad Westlandse. Las plantas alcanzan 1,80 m y producen hermosos racimos de 4 a 5 vainas de sección redonda, de 18 a 20 cm de largo. De color verde claro, estas vainas presentan granos oscuros que se vuelven negros en la madurez y no producen hilos.

Al disponer tallos de bambú en forma de tipi o de tienda canadiense, combina lo útil con lo estético en el huerto: obtendrás hermosos enramados de casi 2 m de altura que formarán un muro vegetal. Coloca las semillas al pie de los soportes. Cada planta produce una multitud de flores violetas - parma en primavera para dar paso a la fructificación a partir de junio. La RHS ha querido elogiar la productividad y precocidad de esta variedad otorgándole el codiciado premio Garden Merit.

Con su sabor muy fino, las vainas se consumen enteras al estilo italiano, indio o libanés como judías verdes siempre que la recolección se haya realizado cuando aún estaban inmaduras. En una recolección más tardía, desgrana la vaina para extraer los granos. Entonces podrás prepararlos al estilo de los guisantes o de las judías secas.

Ya sea consumida por su vaina o su grano, la judía es una verdura muy apreciada en los jardines por ser muy fácil de cultivar. Es tan puntual que el jardinero conoce al día la fecha en que realizará su primera cosecha, de 60 a 90 días después de la siembra.

Descubierta en el Nuevo Mundo y aclimatada en Europa a partir del siglo XVI, la judía se ha convertido en una leguminosa imprescindible en todas las dietas del mundo. Los amerindios la cultivaban por sus granos secos, pero fueron los italianos quienes, en el siglo XVIII, iniciaron el consumo de la vaina entera al recolectarla inmadura.
La judía es una enredadera de crecimiento indeterminado. Las variedades primitivas son todas de enrame y requieren tutores. Más tarde, por razones prácticas, se seleccionaron variedades enanas, pero todas presentan zarcillos susceptibles de enrollarse alrededor de un soporte.
Las vainas suelen ser verdes, a veces amarillas (judías mantequilla), estriadas de rojo o incluso amatistas. Entre las variedades que se consumirán en etapa fina o extra fina se encuentran las judías de filete que presentan hilos en la madurez. Luego, la vaina se vuelve pergamino y pierde su calidad gustativa.
La judía plana es generalmente más carnosa y se consume en su totalidad, granos y vainas, incluso en la madurez. Las judías de filete - planas más recientemente creadas pueden consumirse jóvenes en extra fina hasta una etapa más carnosa como una plana ya que no forman hilos.

Entre las variedades de grano (es decir, cuyos granos son los únicos comestibles), se distinguirá la cosecha de granos frescos de la de granos secos, es decir, 90 días después de la siembra.

Las vainas verdes inmaduras son ricas en vitaminas A, B9 y C, oligoelementos y sales minerales. Las judías secas también son muy ricas en vitamina C, oligoelementos y sobre todo en proteínas vegetales.

La cosecha: la cosecha de granos frescos o de vainas jóvenes comienza 60 días después de la siembra. Para los granos frescos, debe realizarse antes de que las vainas comiencen a deshidratarse y arrugarse. Los granos apenas deben tomar su color. Para el consumo de las vainas, la cosecha se realizará cada 2 o 3 días, tanto en la etapa fina como extra fina para las judías de filete. La cosecha de granos secos se realizará cortando completamente la planta, que se colgará en un lugar seco y aireado. Se pueden desgranar según sea necesario.

La conservación: la congelación de las vainas es hoy en día el método de conservación más común. Para ello, hay que quitarles el tallo, lavarlas, blanquearlas durante 5 a 6 minutos en agua hirviendo y luego sumergirlas en agua fría antes de secarlas con un paño limpio. Una vez envasadas, las judías se pueden colocar en el congelador a -18°C. Sin embargo, la conservación en conserva está recuperando su prestigio para un número creciente de consumidores debido a las cualidades gustativas inherentes a este método de conservación. Al igual que con la congelación, quita el tallo, lava, blanquea y luego sumerge las judías en agua fría. Luego colócalas en frascos que llenarás con agua hirviendo salada. Ciérralos y esterilízalos en una olla a presión o con un esterilizador durante 1 hora y 30 minutos a fuego medio. Para ello, cubre completamente los frascos con agua después de haberlos colocado correctamente.

Judías secas: bien secas, las semillas de judías pueden conservarse durante un año si se almacenan en condiciones adecuadas, por ejemplo, en frascos herméticos.

El truco del jardinero: las judías, como todos los miembros de la familia de las Fabáceas, tienen la particularidad de fijar el nitrógeno del aire en el suelo gracias a una simbiosis planta-bacteria. Por lo tanto, tienen la capacidad de regenerar los suelos. Se puede insertar un cultivo de judías en el marco de una rotación de cultivos después de enterrar abonos verdes.
La judía es una planta poco exigente en nutrientes. Tradicionalmente, el cultivo de judías está asociado en América Central y del Sur con el de calabazas y maíz, formando una tríada cuya asociación es beneficiosa. Esta asociación se llama Milpa localmente. Las judías también se asocian muy bien con las berenjenas, las zanahorias, los repollos, las patatas, los rábanos, ya que se protegen mutuamente. Evita, en cambio, la presencia de aliáceas o hinojos, ya que inhiben su crecimiento.

Una pulverización de purín de ortiga permite combatir eficazmente los ataques de pulgones y fortalecer las plantas que lo han recibido.