
Asociar abonos verdes y cultivos de huerto: una estrategia ganadora
Consejos y trucos para un suelo vivo y cosechas rentables
Contenido
En un huerto, cada parcela de suelo cuenta. Y los abonos verdes pueden desempeñar un papel esencial. Mucho más que simples plantas cubresuelos, los abonos verdes mejoran la fertilidad y la estructura del suelo. Al asociarlos inteligentemente con los cultivos del huerto, es posible alimentar el suelo de forma continua y crear un ecosistema equilibrado, productivo y sostenible. Pero ¿cómo elegir las especies adecuadas? ¿En qué momento sembrarlas? ¿Hay que sembrarlas entre dos cultivos o entre los surcos?
Descubre cómo integrar plenamente los abonos verdes en la gestión del huerto, y combinar estrategia de cultivo y observación de lo vivo para sacar el máximo provecho de estas plantas valiosas.
¿Para qué sirven los abonos verdes?
Los abonos verdes son verdaderos aliados para mantener, e incluso mejorar, la fertilidad y vitalidad del suelo del huerto. Al dominar su uso, optimizamos la estructura del suelo, su capacidad para retener agua, su vida biológica e incluso su resistencia a enfermedades y malas hierbas.
Las diferentes funciones de los abonos verdes
Gracias a su sistema radicular, los abonos verdes aflojan la tierra, favorecen la circulación del aire y el agua, y evitan la compactación del suelo y la formación de la famosa costra de bataneo. Algunas especies como la mostaza blanca desarrollan raíces pivotantes y potentes capaces de agrietar suelos compactados, lo que beneficia a los cultivos siguientes.
También actúan como fertilizantes naturales: al descomponerse, devuelven al suelo materia orgánica rica en elementos minerales. Las fabáceas (antes leguminosas), por ejemplo, fijan el nitrógeno atmosférico gracias a sus nudosidades radiculares, enriqueciendo el suelo con este elemento esencial para el crecimiento de los planteros y semilleros de hortalizas.
Otra función valiosa: la cobertura del suelo, que limita la erosión, frena la evaporación del agua e impide el desarrollo de malas hierbas. Sembrados después de una cosecha o entre cultivos, los abonos verdes crean un tapiz vegetal protector.
Algunas de ellas ofrecen floraciones muy melíferas y nectaríferas que atraen a los insectos polinizadores.
Por último, algunas especies tienen un efecto protector, actuando sobre patógenos o plagas. La mostaza, por ejemplo, libera compuestos sulfurados con efecto biofumigante cuando se entierra verde, lo que puede limitar las enfermedades del suelo.

La facelia es un abono verde que produce mucha biomasa
Las diferentes familias de abonos verdes
La elección del abono verde depende en gran medida de los objetivos buscados. Estas son las principales familias a conocer:
- Las Fabáceas (antes leguminosas) como la veza de primavera o de invierno, los tréboles blanco, violeta o encarnado, la esparceta, el meliloto, la alfalfa asiática. Son campeonas en la fijación de nitrógeno. Ideales antes de cultivos exigentes como las solanáceas (tomate, berenjena) o las cucurbitáceas.
- Las Poáceas (gramíneas) como el centeno, la avena, el raigrás. Producen una biomasa abundante, protegen el suelo de la lixiviación del suelo invernal y contribuyen a estructurarlo. Su descomposición lenta aporta un humus estable.
- Las Brasicáceas como la mostaza. Su enraizamiento vigoroso mejora la porosidad del suelo. Atención sin embargo a no usarlas antes de cultivos de la misma familia para evitar enfermedades comunes de las brasicáceas.
- La facelia y el alforfón (familias de las Boragináceas y las Poligonáceas): al no estar emparentados con las hortalizas comunes, son perfectos en una rotación. Ofrecen una floración melífera y un enraizamiento eficaz, además de ser fáciles de eliminar.
El interés de las mezclas de abonos verdes
Para maximizar los beneficios, las mezclas de abonos verdes o mezclas mejorantes son cada vez más utilizadas. Una asociación veza-avena o centeno, por ejemplo, combina fijación de nitrógeno y estructuración del suelo. También se pueden mezclar leguminosas, gramíneas y una planta melífera para cubrir un amplio espectro de necesidades.
¿Cómo asociar los abonos verdes al huerto?
La integración de los abonos verdes en la rotación del huerto no es un simple añadido, es una estrategia de cultivo en toda regla. De hecho, los abonos verdes son cultivos por derecho propio, al igual que las hortalizas. Esto implica integrarlos en la planificación anual de tu huerto.
Los abonos verdes en las rotaciones de cultivos
En una lógica de rotación clásica, los abonos verdes pueden plantarse antes de un cultivo principal para preparar y enriquecer el suelo. Así, una siembra de facelia y centeno en otoño puede preceder a los tomates plantados en la primavera siguiente, protegiendo además el suelo durante el invierno. Del mismo modo, las fabáceas aportarán nitrógeno.
También se pueden sembrar abonos verdes después de un cultivo corto o temprano, para mantener una cubierta viva. Tras la cosecha de ajo o cebolla en verano, se puede implantar un abono verde rápido como la mostaza india o el alforfón hasta el otoño.
Por último, los abonos verdes se siembran simplemente entre dos temporadas, como cultivo intermedio.

La mostaza blanca puede sembrarse después de las cebollas o los ajos
Los abonos verdes como cultivos intercalados
Otra estrategia consiste en sembrar ciertos abonos verdes en intercalado, es decir, entre las hileras de cultivos largos, como los tomates, el maíz o las calabazas en espaldera. Estos abonos verdes actúan como plantas cubresuelos vivas, evitando que las malas hierbas se instalen. Su sistema radicular mejora la estructura del suelo sin competir excesivamente con el cultivo principal y estimulan continuamente la vida biológica del suelo, manteniéndolo activo.
Para los cultivos intercalados, el jardinero debe optar por el trébol o la facelia. Es importante elegir especies de crecimiento moderado. Además, hay que prestar atención a la gestión de la luz y los riegos: las plantas intercaladas no deben dar demasiada sombra a los cultivos hortícolas ni privarlos de agua.
¿Cómo elegir el abono verde adecuado según el cultivo del huerto?
Asociar el abono verde al cultivo hortícola siguiente (o anterior) no es cuestión de azar: se trata de aprovechar sus efectos sin inducir competencia, carencias o riesgos sanitarios. Para cada tipo de hortaliza, algunas familias de abonos verdes son preferibles, otras deben evitarse.
- Antes de las hortalizas exigentes, a menudo de la familia de las Solanáceas, como el tomate, la berenjena, la pimienta… se recomienda sembrar una asociación de dos abonos verdes, el centeno y la veza de primavera. Para estas hortalizas llamadas exigentes, la veza enriquece el suelo en nitrógeno, la avena produce una biomasa equilibrada y mejora la estructura.
- Antes de las Brasicáceas como las coles, los nabos, los rábanos… hay que evitar sembrar mostaza blanca que puede favorecer el desarrollo de patógenos comunes, como la hernia de la col. Es preferible utilizar gramíneas como el centeno o la facelia para obtener un efecto estructurante.
- Antes de las Fabáceas hortícolas como los frijoles, los guisantes verdes, las habas, se recomienda sembrar abonos verdes no fijadores de nitrógeno como la mostaza y la avena, que no agotarán la vida microbiana.
- Antes de las Cucurbitáceas (calabazas, calabacines, pepinos, melones…) Un cultivo invernal de centeno o una mezcla de veza y facelia permite restituir una materia orgánica abundante y bien descompuesta en el momento de la siembra o plantación. De hecho, estas plantas hortícolas prefieren suelos ricos y mullidos.
- Antes de las hortalizas de hoja de crecimiento rápido como la lechuga, las espinacas, la rúcula, no dudes en sembrar un abono verde de crecimiento rápido (mostaza o alforfón) que regenera el suelo sin dificultar la implantación de un cultivo corto.
La veza de primavera es ideal, sembrada antes de las hortalizas exigentes
¿Cuándo y cómo sembrar y cortar los abonos verdes?
Para aprovechar al máximo los abonos verdes, es esencial elegir bien el momento de la siembra y dominar las técnicas de implantación y destrucción.
Una siembra según las estaciones
Los abonos verdes pueden sembrarse en diferentes épocas del año:
- La siembra de primavera (desde marzo) es ideal para llenar los huecos entre las primeras plantaciones y los cultivos de verano. Se priorizarán especies de crecimiento rápido como la mostaza india o la facelia
- La siembra en verano se realiza después de la cosecha de las hortalizas tempranas o en espera de cultivos de otoño, las siembras de alforfón o alfalfa roja son interesantes para una cobertura estival rápida
- La siembra de otoño (septiembre-octubre) permite instalar abonos verdes de invierno como el centeno, la veza de invierno o los zapaticos de la Virgen, una mezcla veza-avena o un mezcla mejorante, que protegerán el suelo del frío, de la escorrentía y de la erosión
La siembra se realiza generalmente al voleo, o en línea para cultivos intercalados. Es importante regar bien después de la siembra, especialmente en verano.
La idea es no dejar el suelo desnudo demasiado tiempo, ya que esto favorece la lixiviación del suelo de los nutrientes, el crecimiento de malas hierbas y la pérdida de estructura.
La gestión y destrucción de los abonos verdes
La fase de destrucción es tan esencial como la siembra. Se realiza mediante tres técnicas:
- Por siega o trituración: se interviene generalmente antes de la floración para evitar la invasión y para que la materia sea más fácil de descomponer
- Por incorporación al suelo: clásica, pero no siempre necesaria. Se pueden enterrar ligeramente los residuos triturados o segados o dejarlos en superficie
- Por acolchado de superficie: es una alternativa suave, que consiste en dejar la biomasa como mantillo, alimentando así a los microorganismos sin perturbar el suelo.
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