Tomate Saint Pierre

La Tomate Saint Pierre es una variedad antigua muy apreciada por los jardineros desde finales del siglo XIX. Produce hermosos ramilletes de 5 a 6 frutos grandes, redondos, de color rojo vivo, con un peso de 150 a 300 g, de carne firme, jugosa y con un sabor ligeramente ácido.
La Saint Pierre es ideal para rellenar, para ensaladas de verano y para hacer coulis. Fácil de cultivar y con un excelente rendimiento, esta variedad es muy gratificante incluso para el jardinero principiante.
La sembrarás de febrero a abril para realizar tu cosecha entre julio y octubre.

El tomate es originario de América del Sur y América Central. Varias variedades ya eran cultivadas por los Incas mucho antes de la llegada de los Conquistadores. Siempre sorprende la gran diversidad varietal de esta solanácea. El término "tomate" proviene del inca Tomatl y designa tanto la planta como el fruto. Existen frutos de todos los colores (rojos, por supuesto, pero también verdes, amarillos e incluso algunas variedades muy raras, azules), de todas las formas y tamaños. Las variedades antiguas son plantas de crecimiento indeterminado y pueden vivir dos años. Las variedades más recientes son de crecimiento determinado y dejan de crecer en la etapa de arbusto, por lo que no es necesario rodrigarlas ni ponerlas en espaldera.

El tomate forma parte de esos numerosos alimentos que nos llegaron del Nuevo Mundo, como el frijol, el maíz, las calabazas, las patatas y los pimientos. Sin embargo, tardó notablemente más en llegar a nuestros paladares. ¡Y con razón! Durante mucho tiempo se cultivó por sus cualidades estéticas y medicinales. Se creía que era tóxica debido a su parecido con el fruto de la Mandrágora, otra solanácea. No se convirtió en un habitual de nuestras mesas hasta principios del siglo XX.

La planta de tomate es una herbácea vivácea en clima tropical, cultivada como anual en nuestras latitudes. Se lignifica con el tiempo y produce pequeñas flores amarillas insignificantes agrupadas en cimas que se transformarán en frutos.

Hay que admitir que su fruto es muy bonito y aporta un agradable colorido al huerto. También presenta numerosos beneficios nutricionales. Bajo en calorías como la mayoría de las verduras, rico en agua, contiene en particular una molécula muy interesante: el licopeno, un potente antioxidante. Y cuanto más tiempo se cocina el tomate, más licopeno libera. También destaca por su riqueza en vitamina C, provitamina A y oligoelementos.

Hoy en día, sus cualidades gustativas y nutricionales no necesitan demostración. Para el jardinero, el tomate figura entre las hortalizas imprescindibles del verano. Simplemente tendrá que preguntarse qué uso quiere darle para guiarse entre todas las variedades existentes. ¿Es para hacer ensaladas, salsas, para consumir directamente en el huerto, cocidas, etc.? También se preguntará en qué momento desea cosecharla. La respuesta estará condicionada, por supuesto, por la insolación estival media de la región donde se encuentre su huerto. Que no cunda el pánico, ¡la elección es amplia y cada situación tiene su tomate! Y si bien es cierto que el tomate necesita mucho sol y mucho calor, no requiere necesariamente mucho espacio. Por eso, no hay que privarse de cultivarlo en maceta en el balcón, donde se privilegiarán las variedades de frutos pequeños. Atención, los frutos inmaduros, los tallos y las hojas contienen solanina y no deben consumirse.

La cosecha: según las variedades, desde las precoces hasta las tardías, pueden pasar de 50 a 100 días entre la fecha de trasplante y la cosecha. No existe un truco infalible para saber a priori si un tomate ha alcanzado su maduración completa. La recolección se realizará cuando, como mínimo, adquiera completamente el color con el que fue anunciada y cuando su textura, aunque permanezca firme, muestre un ligero ablandamiento. Para una mejor conservación, se debe cosechar el fruto con su pedúnculo.

La conservación: los tomates se conservan menos tiempo cuanto mayor es su contenido de agua. Se mantienen bien unos días en el cajón de verduras del refrigerador o expuestos al aire libre. Para conservarlos más tiempo, se pueden utilizar métodos culinarios como tomates confitados, tomates secos, salsas, frutos congelados, conservas, mermeladas o jugos. Nos encanta confitarlos porque es muy sencillo y delicioso: corta los tomates por la mitad y extrae el jugo. Coloca las mitades con la cara hacia arriba en la bandeja del horno. Sala, pimienta, azúcar y hornea a temperatura muy baja durante al menos una hora. Retira los tomates y consúmelos inmediatamente o guárdalos en un frasco de vidrio y cubre con aceite de oliva.

El consejo del jardinero: se recomienda cultivar varias variedades de tomates cada año para minimizar el riesgo de pérdida total de la cosecha debido a imprevistos climáticos o a una patología particular.
Para evitar el fenómeno de 'tomates con el culo negro' -que no es una enfermedad sino una carencia de calcio- pulveriza una maceración de consuelda rica en calcio sobre tus plantas.
Durante el trasplante, no dudes en enterrar el tallo hasta las primeras hojas. Esto estimulará el sistema radicular, garantía de una buena cosecha de frutos.
Las asociaciones ganadoras en el huerto suelen ser las mismas que en el plato. Es un buen recurso mnemotécnico para recordar que el tomate y la albahaca hacen buena pareja.