
Jardinero principiante: 7 errores frecuentes que debes evitar
para evitar las trampas habituales y jardinar con tranquilidad
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Cuando se empieza en la jardinería, es completamente normal cometer algunos errores. Regar en exceso, elegir mal las plantas o descuidar el suelo… le pasa a todo el mundo. Incluso los jardineros experimentados han aprendido equivocándose. Lo más importante es comprender estos descuidos para progresar y cultivar con más serenidad.
En esta ficha-consejo, repasaremos los errores más frecuentes de los jardineros principiantes, explicando por qué son problemáticos y sobre todo cómo evitarlos fácilmente.
Error 1: regar demasiado o muy poco
Muchos jardineros principiantes piensan que regar todos los días es necesariamente beneficioso. Es comprensible: queremos hacerlo bien, imaginamos que más agua equivale a más salud para la planta. Sin embargo, el exceso de agua puede causar tanto daño como la falta.
¿Por qué es un problema?
Un riego excesivo puede provocar asfixia en las raíces. De hecho, las raíces necesitan oxígeno, y un suelo constantemente encharcado les impide respirar. Esto también favorece la aparición de enfermedades, como la pudrición de raíces. Por el contrario, la falta de agua debilita la planta, ralentiza su crecimiento y puede hacer que se marchite. Encontrar el equilibrio adecuado es esencial.
¿Cómo evitarlo?
- Observa tu suelo: antes de regar, toca la tierra. ¿Todavía está húmeda? ¿Seco en la superficie pero húmedo debajo? Esta simple observación te dará una primera indicación.
- Adapta el riego a la planta y a la temporada: no todas las plantas tienen las mismas necesidades. Un Cactus no tendrá la misma sed que una Hortensia, por ejemplo. Del mismo modo, en verano, la evaporación es más rápida que en invierno, y las necesidades de agua varían según el clima. Infórmate sobre las necesidades específicas de cada planta y ajusta tus acciones en consecuencia.
- Usa tu dedo como «probador de humedad»: es un truco muy simple pero tremendamente efectivo: introduce tu dedo en la tierra hasta la segunda falange. Si sale seco, riega. Si todavía está húmedo, espera un poco. Con la práctica, desarrollarás un buen «feeling» para saber cuándo tus plantas realmente necesitan agua.

¿Demasiado o no suficiente? El riego es cuestión de buena dosificación.
Error 2: elegir las plantas equivocadas para tu entorno
Es muy común, cuando se empieza en jardinería, elegir una planta simplemente porque es bonita o está de moda. La vemos en la jardinera, parece estar en plena forma, y la compramos sin hacernos muchas preguntas. Sin embargo, no todas las plantas tienen los mismos requisitos: algunas aman el sol ardiente, otras prefieren la frescura, algunas toleran bien el frío, otras no lo soportan en absoluto.
¿Por qué es un problema?
Una planta mal adaptada a su entorno no podrá desarrollarse bien, aunque la cuides. Puede mostrar rápidamente signos de debilidad, contraer enfermedades o simplement no sobrevivir. Por lo tanto, no es necesariamente falta de atención por tu parte, sino más bien una cuestión de compatibilidad entre la planta y las condiciones en las que la cultivas.
¿Cómo evitar esto?
- Aprende a conocer tu entorno
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¿En qué región vives? ¿El clima es más bien frío, templado, húmedo o seco?
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¿Tu jardín o balcón está a pleno sol, a la sombra o en media sombra?
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¿Qué tipo de suelo tienes? ¿Arenoso, arcilloso, calcáreo, bien drenado?
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- Observa la exposición a la luz: anota cuántas horas de luz directa recibe tu espacio cada día. Una planta que necesita 6 horas de sol diarias no durará mucho en un rincón sombreado.
- Elige plantas adaptadas a tu situación: en función de tus observaciones, opta por plantas que prosperarán en tus condiciones. Encontrarás muchos recursos (en línea, en la jardinera o en libros) para saber qué especies son adecuadas para tu clima, tu tipo de suelo y la cantidad de sol que tienes. La aplicación Plantfit, ¡planta adaptado!, de nuestro sitio, puede ayudarte a elegir la planta adecuada para tu jardín.
Como decía Beth Chatto, famosa jardinera británica: “La planta adecuada en el lugar adecuado.”
Es un principio fundamental de la jardinería. Al respetarlo, tendrás todas las posibilidades de éxito en tus plantaciones, con plantas más vigorosas, más bonitas y más fáciles de mantener.

Las adelfas son magníficas en flor, pero no pueden cultivarse en cualquier lugar de Francia en terreno abierto.
Error 3: plantar demasiado apretado
Cuando empezamos a jardinear, a menudo tenemos ganas de llenar el espacio al máximo. Plantamos mucho, de manera cercana, para que el jardín o las jardineras se vean bien llenas de inmediato. Es un deseo natural, pero no siempre es una buena idea a largo plazo.
¿Por qué es un problema?
Las plantas demasiado cerca unas de otras se estorban mutuamente. Compiten por la luz, el agua y los nutrientes del suelo. Resultado: crecen menos. Además, la falta de espacio impide que el aire circule correctamente entre el follaje, lo que crea un ambiente húmedo propicio para enfermedades, como el oídio o el moho. Sin mencionar los mayores riesgos de plagas.
¿Cómo evitarlo?
- Respeta los espaciamientos recomendados: en las etiquetas de las plantas o en las fichas de cultivo, a menudo se indican distancias de plantación. No es un detalle: estas indicaciones tienen en cuenta el desarrollo natural de la planta. Aunque los planteros y planteles parezcan pequeños y espaciados al principio, ¡déjales espacio para crecer!
- Anticipa el tamaño adulto de los vegetales: antes de plantar, infórmate sobre el tamaño que alcanzará cada planta una vez adulta, tanto en altura como en anchura. Esto evitará que tengas que trasplantar algunas más tarde, o que se cubran mutuamente. Un poco de alegría de la casa al principio permite tener, con el tiempo, un jardín equilibrado, armonioso y saludable.
Error 4: descuidar el suelo
A menudo se piensa, erróneamente, que el suelo es solo un soporte neutre donde se plantan las cosas. Sin embargo, es todo lo contrario: el suelo es un verdadero ecosistema vivo. Nutre, sostiene y protege a las plantas. Descuidarlo es como querer hacer crecer una planta sin ofrecerle las bases adecuadas.
¿Por qué es un problema?
Un suelo pobre, demasiado compacto o mal drenado puede causar problemas de crecimiento, carencias y favorecer la aparición de enfermedades. Las raíces tienen dificultades para desarrollarse, el agua se estanca o se filtra mal, y las plantas se vuelven más vulnerables. Incluso una planta resistente puede tener problemas para prosperar en un suelo inadecuado.
¿Cómo evitarlo?
- Enmienda el suelo regularmente: para que el suelo siga siendo fértil, necesita ser alimentado. Añádele regularmente compost, mantillo o enmiendas orgánicas. Estos aportes no solo mejoran la riqueza del suelo, sino también su estructura, aireación y capacidad para retener agua.
- Aprende a reconocer la naturaleza de tu suelo: antes de plantar, tómate el tiempo para probar la textura de tu tierra. ¿Es ligera y arenosa? ¿Pesada y arcillosa? ¿Fina y pegajosa? Cada tipo de suelo tiene sus ventajas y limitaciones. Conociendo la naturaleza de tu suelo, podrás adaptar tus elecciones de plantación y tus aportes. Para conocer tu suelo, nada mejor que un análisis del suelo profesional.
- Piensa en el acolchado: el acolchado (se extienden sobre el suelo materiales naturales como paja, hojas secas, cortes de césped o ramas trituradas) es un excelente aliado: protege la tierra del sol, limita la evaporación, frena el crecimiento de malas hierbas y, al descomponerse, enriquece naturalmente el suelo.

Un análisis del suelo completo te evitará muchos disgustos.
Error 5: olvidar el mantenimiento básico
Una vez realizada la plantación, es tentador pensar que lo más difícil ha quedado atrás y que la planta se cuidará sola. A veces es cierto para algunas especies muy resistentes, pero en la gran mayoría de los casos, un mínimo de mantenimiento regular es indispensable.
¿Por qué es un problema?
Sin mantenimiento, las plantas pueden agotarse rápidamente. Algunas continúan produciendo flores o frutos sin interrupción, lo que las debilita si no se les ayuda un poco. Otras se expanden demasiado, invaden el espacio o se vuelven antiestéticas. Además, las hojas muertas o dañadas que se acumulan pueden favorecer la aparición de enfermedades o parásitos. Un pequeño mantenimiento regular permite prevenir muchos problemas.
¿Cómo evitarlo?
Aprende algunos gestos simples
No hace falta ser un experto en poda para cuidar bien tus plantas. Algunos gestos básicos son suficientes:
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Podar ligeramente para devolverle una bonita forma a la planta y estimular su crecimiento.
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Pellizcar los brotes jóvenes (es decir, cortar las puntas de los tallos con los dedos) para favorecer la ramificación y obtener un porte más denso.
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Eliminar las flores marchitas (se habla de «limpieza») para animar a la planta a producir nuevas flores, en lugar de malgastar energía en formar semillas.
Observa tus plantas regularmente
La mejor herramienta del jardinero es la observación. Dedicando unos minutos cada semana a observar tus plantas, detectarás rápidamente signos de debilidad, el inicio de una invasión de insectos o la necesidad de una poda. Esta rutina suave permite intervenir en el momento adecuado, sin estrés ni grandes trabajos.
Error 6: querer ir demasiado rápido
Cuando se empieza en jardinería, el entusiasmo suele estar presente. ¡Y eso es genial! Pero este impulso a veces puede llevar a querer hacer demasiadas cosas a la vez: crear un huerto, plantar setos, instalar macizos de flores, probar siembras, cuidar plantas de interior… El resultado es que pronto nos vemos desbordados.
¿Por qué es un problema?
Multiplicar los proyectos de golpe puede llevar al cansancio, la frustración o el desánimo. No todo sale siempre como se planea en el jardín, y frente a una sobrecarga de trabajo o fracasos consecutivos, se puede perder rápidamente la motivación. La jardinería debe seguir siendo un placer, no una fuente de estrés.
¿Cómo evitarlo?
- Empieza pequeño y sencillo: es mejor lograr con éxito una jardinera o un pequeño huerto en cuadro que dispersarse en diez proyectos mal gestionados. Al enfocarte en tus deseos prioritarios, te tomas el tiempo para aprender y adaptarte.
- Aprende poco a poco: la jardinería es una actividad de la que se aprende mucho con la experiencia. Cada temporada trae sus descubrimientos. No busques dominarlo todo de golpe: observa, prueba, corrige. Así es como desarrollarás una verdadera relación con tus plantas.
- Disfruta cada etapa: en lugar de buscar un resultado inmediato, saborea el proceso. Preparar la tierra, ver germinar una semilla, podar una planta en el momento adecuado… cada gesto tiene su valor. Son estos momentos simples los que hacen la jardinería tan gratificante.

¡Empieza pequeño! Es mejor que crezcan unos pocos vegetales a tener un huerto entero totalmente fallido.
Error 7: no aprender de los errores
Cometer errores en el jardín es algo completamente normal. Incluso es una parte esencial del aprendizaje. Ningún jardinero, ni siquiera los más experimentados, lo ha logrado todo a la primera. Algunas plantas mueren, otras no florecen, algunas crecen en lugares inesperados… y eso está muy bien así.
Lo importante es observar, probar y, sobre todo, no desanimarse. La Jardinería no es una ciencia exacta, es una aventura llena de pruebas, sorpresas, a veces fracasos… pero sobre todo de alegrías sencillas y satisfacción. Cada temporada es una nueva oportunidad para hacerlo mejor, probar algo diferente o simplemente disfrutar de la vida que nos rodea.
Recuerda que cada planta tiene algo que enseñarte. Te hablará a su manera, siempre y cuando te tomes el tiempo de escucharla. Así que sé curioso, amable… ¡y diviértete!
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