Ulmus glabra - Olmo

El Ulmus glabra es más conocido por sus nombres comunes de olmo de montaña, debido a sus orígenes, de olmo blanco o también de olmo glabro. Se trata de un árbol caducifolio de gran desarrollo apreciado por su silueta majestuosa, su crecimiento rápido, sus colores otoñales y su gran resistencia al frío. Aunque se ha vuelto raro en cultivo, probablemente debido a su sensibilidad a la grafiosis que ha diezmado los ejemplares más bellos, esta especie que antes se plantaba en parques y jardines no carece de prestancia.

El olmo de montaña está presente en los bosques y barrancos de las montañas de América del Norte, así como de Europa occidental y central. Se encuentra hasta los 1700 m de altitud, en regiones con clima riguroso, sobre suelos calizos, húmedos pero bien drenados. Este árbol, de crecimiento rápido, alcanza finalmente unos 30 m de altura por 10 m de envergadura. Presenta una corona densa, erguida, estrecha, con ramas flexibles y las ramas inferiores ligeramente colgantes. Su corteza conserva durante mucho tiempo un aspecto liso, cubriéndose de surcos poco profundos con el tiempo. El follaje es caduco. Se compone de grandes hojas asimétricas, que miden 8 a 15 cm de largo, ovaladas, doblemente dentadas en el borde, con una punta lobulada. Son muy rugosas y de color verde oscuro en el haz, mientras que el envés es pubescente y de un verde más claro. En otoño, el follaje se vuelve amarillo dorado y luego marrón. La floración tiene lugar en marzo, antes de la aparición de las hojas. Toma la forma de pequeñas flores rojizas, agrupadas en pequeños glomérulos sobre las ramas de 2 años. Son seguidas por la formación de racimos de frutos verdes alados llamados sámaras, que miden 2 a 5 cm de diámetro. La longevidad de esta especie forestal puede alcanzar varios siglos.

El Ulmus glabra se planta de forma aislada en un jardín grande. Su silueta altiva se destacará sobre un fondo de árboles más modestos, como los carpes o las hayas púrpuras, por ejemplo.