Calabacín Orelia F1 (plantas)

El Calabacín Orelia F1 es una variedad productiva de calabacines de piel amarilla. Su pulpa es tierna y presenta buenas cualidades gustativas. Muy resistente a enfermedades, su cultivo es fácil de lograr. Los calabacines y las calabazas son bajos en calorías pero generosos en vitaminas, especialmente provitamina A, vitamina B y sales minerales.

Naranjas, verdes, rojas, amarillas, negras o incluso azules, lisas, acostilladas, verrugosas, de piel tierna, etc. Las calabazas y calabacines nos ofrecen una sorprendente variabilidad de formas, colores y tamaños, ya que se hibridan con una facilidad desconcertante. Por eso existen tantas variedades. En el lenguaje común, calabaza de invierno designa todo tipo de calabazas, potimarrons, potirons, etc., de piel dura y pulpa delicadamente dulce. Por calabazas de verano o calabacines, entendemos las diferentes variedades que se cosechan aún jóvenes cuando la piel sigue siendo tierna. Estos últimos se consumen con las semillas.
Todas son originarias de América y pertenecen a la gran familia de las cucurbitáceas. Fueron introducidas en Europa en el siglo XVI. Generalmente rastreras, se sujetan a cualquier soporte mediante sus zarcillos. Las flores femeninas se distinguen de las masculinas por su ovario ínfero (bajo la flor) que marca como un embrión de fruto. En muchas regiones, las flores masculinas se cosechan después de la polinización para consumirlas rellenas o en buñuelos. Las formas de consumir calabazas y calabacines son múltiples: salteados, fritos, gratinados, en sopas o rellenos. Los calabacines florecen en la ratatouille provenzal, la caponata italiana, el cuscús magrebí o muchos platos mediterráneos emblemáticos.

La cosecha: Las calabazas se cosecharán preferiblemente en madurez, salvo que exista riesgo de pudrición. En ese caso, terminarán su maduración en el interior. Los calabacines se cosechan jóvenes y frescos, aún inmaduros. Todos deben manipularse con cuidado y mantenerse libres de cortes o golpes.

La conservación: Los calabacines se conservan cortados en trozos y luego congelados. Su piel frágil no se presta a la conservación en estado natural. Las calabazas de invierno de piel dura se conservan varios meses y se consumen durante todo el invierno. A diferencia de otras frutas y verduras, necesitan calor para una conservación óptima. No hace falta guardarlas en un lugar oscuro, así que puedes almacenarlas donde su silueta rechoncha pueda apreciarse.

El truco del jardinero: Coloca una placa de pizarra o una teja bajo el fruto. Así no estará en contacto directo con el suelo, evitando que se pudra por la humedad. Asimismo, aprecian especialmente los suelos ligeramente húmedos. Acuérdate de acolchar alrededor de las plantas, especialmente en pleno verano. Las calabazas y calabacines son muy propensos al oídio (enfermedad fúngica que deja una pelusa blanca en la superficie de las hojas). Evita cuidadosamente mojar las hojas o flores al regar. Asocia tus calabazas con aliáceas como el cebollino, las cebollas o el chalote, o con fabáceas (antes leguminosas) como judías o guisantes verdes. En cambio, la combinación calabaza-pepino podría perjudicar a ambas.