Tricyrtis hirta Tricyrtis hirta - Lirio sapo

El Trycirtis hirta, también llamado Lirio Orquídea o Lirio sapo, es una vivácea japonesa de gran belleza, con flores pequeñas pero muy numerosas y de aspecto exótico y refinado. Su apariencia delicada no impide que sea una planta muy resistente, con tallos anclados en un tocón robusto, rústica y muy duradera. A finales del verano, estas flores de lirio florecen, en racimos terminales de pequeñas flores bicolor, de color blanco y manchadas de un granate violáceo, sobre tallos erectos con follaje verde oscuro y brillante. Esta especie crece en suelos húmicos y siempre frescos, a media sombra o sombra.

El Tricyrtis hirta es una planta perenne rizomatosa de la familia de las liliáceas, originaria principalmente de los bosques húmedos de Japón y Taiwán. Esta especie muy ornamental se cultiva ampliamente en países de clima templado, especialmente en jardines de aficionados franceses. Plantada en un terreno fresco, con sombra y algo de sol, el Lirio sapo alcanza rápidamente 70 cm de altura, y se extiende gracias a su tocón ligeramente rastrero. La planta forma macollas caducifolias, con tallos flexibles pero resistentes, bastante delgados, que portan hojas envainadas de 10 cm de largo, ovaladas con base cordada, de un verde oscuro brillante. Están recorridas por venas prominentes y paralelas. La floración ocurre de agosto a octubre, en forma de cimas terminales con pequeñas flores de 3 cm de diámetro, estrelladas y bien abiertas. Están compuestas por 6 tépalos blancos, intensamente manchados de violeta púrpura, y una columna central, llamada espolón, que porta estigmas con tonos y motivos idénticos. Una garganta blanca ocupa el centro de la corola.

El Trycirtis ha despertado la imaginación de los jardineros: se le llama Lirio Orquídea por la forma de su flor y Lirio sapo por una razón que se nos escapa; quizás porque prefiere la frescura y la humedad, o porque su flor está punteada como la piel de las ranas, ¡o simplemente por contradicción! Aún poco utilizado en nuestros jardines, comparte felizmente el territorio de los hostas y helechos, ofreciendo sus flores en una época en la que la mayoría de las otras flores de sotobosque ya se han marchitado. Si las heladas tempranas de otoño pueden afectar su floración, es una planta muy resistente que aporta un toque exótico e inesperado a una rocalla sombreada. Perfectamente a gusto entre las piedras redondas y musgosas de un jardín japonés, también se cultiva muy bien en macetas en una terraza a la sombra, donde su follaje lanceolado es decorativo desde la primavera hasta el otoño.

¡Atención, los brotes jóvenes son muy frecuentemente el objetivo de las pequeñas babosas grises!