Aloe arborescens - Áloe candelabro

El Aloe arborescens, también llamado Aloe arborescente o Aloe candelabro, es una hermosa especie botánica, aunque poco resistente. Es capaz de formar en 3 o 4 años un gran arbusto inusual, muy extendido, similar a una masa compuesta por un apilamiento y yuxtaposición de rosetas de largas hojas tentaculares y dentadas, sostenidas en el extremo de tallos gruesos. Esta planta es más conocida por sus virtudes medicinales, que según algunos estudios recientes podrían ser incluso más potentes que las de su famoso primo el Aloe vera. También sorprende por su floración, que ocurre desde finales del invierno en Francia. Del centro de las rosetas emergen entonces espigas de flores rojas, muy decorativas, que recuerdan un poco a las de los tritomas. Espectacular y particularmente resistente a la sequía estival, se puede plantar en terreno abierto en la zona del naranjo. Su cultivo no presenta dificultad en suelos muy drenados: adopta esta maravillosa y milagrosa planta en una maceta grande en la terraza, y protégela del frío en invierno.

El Aloe arborescens, a veces llamado Catha, Cuerno-de-Ciervo o Cuerno-de-Carnero, es una especie botánica de la familia de las Aloeáceas, nativa del sureste de Sudáfrica. Su área de distribución es amplia, llegando hasta Botsuana, Malawi, Mozambique y Zimbabue. Esta planta crece en acantilados montañosos, en praderas de altitud, anclada en rocas, en bosques claros y a lo largo de costas boscosas. Convertida en invasora en Portugal, se ha naturalizado en el sur de Francia. Se trata de una planta de gran tamaño, más arbustiva que vivácea, con follaje suculento y perenne. Forma un gran arbusto de porte abierto, cuyos tallos gruesos semi-erectos se extienden más o menos sobre el suelo. Su crecimiento es muy rápido. Una planta adulta alcanzará, en buenas condiciones de cultivo, unos 3m de altura y 2,50m de envergadura, o incluso más. Las ramas parten de la base y se afilan en tallos que dan lugar en su extremo a grupos de largas hojas gruesas y cerosas, de un verde azulado mate, a menudo cóncavas, en forma de espada, de 40 a 60cm de largo y bordeadas por pequeños dientes. En marzo-abril emergen rosetas de altos bohordos floridos ramificados, que llevan en su extremo espigas de 30cm de largo, compuestas de flores tubulares rojas, muy visitadas por insectos libadores. El bohordo floral se desplaza del centro con la aparición de nuevas hojas. El Aloe arborescens emite numerosos tallos nuevos cuando se poda severamente, una habilidad que se puede aprovechar para darle una bonita forma en cúpula, muy ornamental cuando la planta está en flor. Por el contrario, si se eliminan regularmente los brotes jóvenes de la base, se puede guiar como un pequeño árbol.

Muy resistente a los vientos marinos y a la sequía, prefiriendo crecer en un muro de piedras que la aísle de la humedad, el Aloe arborescens se cultiva principalmente en macetas para decorar la terraza o el balcón, debido a su baja rusticidad (hasta -4°C). Su cultivo en terreno abierto se reserva para nuestras regiones libres de heladas. Para disfrutar de su silueta inusual, se puede plantar en un macizo pedregoso elevado, en un desnivel junto a un camino o la entrada del garaje, y por supuesto en una rocalla o en un talud seco. Constituye un magnífico ejemplar en terrenos inclinados o rocosos bien drenados, o incluso anclado en muros de piedra seca. En otros lugares, se colocará en una maceta más ancha que alta (se multiplica rápidamente) para disfrutar de su fuerte personalidad en una terraza con decoración contemporánea o exótica. Se puede asociar, por ejemplo, con magueyes, tunillas, Delosperma, Carpobrotus o Euphorbias arbustivas (Euphorbia mellifera). Puedes plantar a sus pies plantas cubresuelos del mismo temperamento frugal: Oenotheras, Osteospermums, Felicia, uñas de bruja, que llenarán el espacio con su floración y su follaje perenne, ocultando el vacío dejado por una planta muerta.

Sus virtudes terapéuticas están siendo estudiadas actualmente. Esta planta fue utilizada mucho más en la farmacopea tradicional asiática o mediterránea que en Sudáfrica. En Japón, las hojas se consumen como purgante. El gel, similar al del Aloe vera, se utiliza en dermatología y cosmética. Al final de la Segunda Guerra Mundial, el gel de Aloe arborescens ayudó a tratar las quemaduras de las víctimas de Hiroshima, contribuyendo a consolidar las virtudes excepcionales de esta planta curativa. Las hojas solo se cosechan a partir del tercer año de cultivo.

Sobre los Magueyes y Aloes:

Los aloes y los magueyes se parecen pero pertenecen a dos familias botánicas diferentes, las Aloeáceas y las Agaváceas. Lo que los distingue principalmente es que las rosetas de los aloes florecen durante muchos años, mientras que la floración de una roseta de maguey maduro marca el final de su vida. En algunas especies de Aloes, las yemas interfoliares dan lugar a nuevas plantas que cubren los restos secos de la planta madre. En los magueyes, el bohordo floral central se desarrolla a partir de la yema terminal. En los aloes, las yemas florales nacen entre las hojas. Los magueyes son nativos de América del Norte, mientras que los aloes se encuentran únicamente en la mitad sur de África, así como en las islas cercanas al Océano Índico.