Alisma parviflora - Llanten de agua

Alisma parviflora, también llamado Llantén de agua, es una gran planta de ribera con pequeñas flores blancas. Está destinada para el diseño de charcas de gran tamaño y puede utilizarse en sistemas de lagunaje. Las hojas sumergidas son en forma de cinta. Las hojas emergidas son redondas, de un bonito verde intenso. Entre junio y agosto, aparecen bohordos florales compuestos de racimos de flores ligeras de un elegante blanco-rosado.

Alisma parviflora pertenece a la familia de las Alismataceae, es originaria del hemisferio norte y muy extendida. Es una vivácea de charca que forma una gran mata en roseta, con vegetación emergida erguida. Alcanzará  40 a 70 cm de altura, con una extensión de 45 cm. Del tocón bulboso nace una roseta basal. El follaje es caduco. Las hojas con pedúnculo grueso, cordiformes, fuertemente venadas, de apariencia plisada, se visten de verde oscuro. La flora es estival. Las inflorescencias están sostenidas por bohordos florales muy ramificados, que persisten mucho tiempo una vez secos. Las flores formadas por 3 pétalos que se colorean de blanco verdoso, a veces rosado, evocan las flores del gypsophila. Los frutos flotan en el agua, son aquenios cuyo cada segmento contiene una semilla.

Los llantenes de agua presentan la ventaja de adaptarse a la mayoría de situaciones húmedas,  desde las orillas hasta 50 cm de profundidad. Los suelos ácidos le convienen bien. Los alismas reúnen múltiples cualidades: su aspecto natural, la duración del mantenimiento de sus panículas aéreas y su rusticidad los hacen indicados en numerosos casos, ya sea por su interés estético o ecológico, en un medio tonel lleno de agua o en una gran lámina de agua. Alisma parviflora es particularmente destacable por sus hojas en forma de orejas de ratón. Combinado con nenúfares, parece emerger entre sus hojas como un rechazo exótico de estos últimos. El grosor de las hojas les confiere una consistencia interesante, permitiendo combinarlas especialmente con acoros o potentillas acuáticas.

Los iroqueses preparaban con sus hojas un té que estimulaba a los corredores. Empleaban otras partes de la planta con diversos fines terapéuticos.