Chamaecyparis lawsoniana Alumigold

El Chamaecyparis lawsoniana Alumigold es una variedad de Ciprés de Lawson interesante por su follaje luminoso y sus ramas erguidas y apretadas unas contra otras, que forman naturalmente una especie de llama. Su follaje, intensamente dorado en primavera, se vuelve luego amarillo-verde y permanece decorativo todo el año. Ideal en un seto, en macizo o aislado, será muy útil para constituir la estructura persistente del jardín. Debe cultivarse en exposición soleada, en suelo fresco incluso calcáreo y fértil.

El Ciprés de Lawson, a veces llamado falso ciprés, es un majestuoso conífero de la familia de las cupresáceas originario de los bosques costeros húmedos del noroeste de Estados Unidos. En su entorno, suele alcanzar más de 30 m de altura, con un tronco que llega a 1,20 m de diámetro. Su porte es recto y cónico, y sus ramas colgantes forman cortinas flexibles cubiertas de un follaje verde bastante oscuro, azulado. Ha dado origen a numerosos cultivares entre los que se encuentra una gran variedad de plantas de estatura modesta, más adaptadas al tamaño de nuestros jardines.

La variedad 'Alumigold' fue introducida en 1966 en los Países Bajos. Se trata de una forma reducida de esta especie, cuyo follaje joven es dorado. Desde temprana edad muestra un porte muy denso, cónico y regular. En su madurez, formará un árbol de 5 a 6 m de altura por 3 m de envergadura. Emite numerosas ramas delgadas y aplanadas, casi verticales, cubiertas de hojas en escamas de dos tipos, coloreadas de amarillo intenso cuando nacen en los extremos de las ramas en primavera, adquiriendo luego un tono verde ácido el resto del año.

El Chamaecyparis lawsonia 'Alumigold', auténtica llama de luz en primavera, es ideal para realizar un seto perenne, decorar un macizo, colocado aislado, o incluso plantado en grupo de 3 ejemplares. No requiere podas repetidas, pero será indispensable si deseas plantarlo en un seto medianero. Las cualidades gráficas de los coníferos merecen que se les invite más a menudo a nuestros jardines, a los que aportan una estructura permanente. Estas plantas más bien discretas en verano se imponen de nuevo en invierno, cuando las flores han abandonado nuestros jardines. Perfectos en un decorado contemporáneo, los coníferos también tienen su lugar en paisajes más clásicos, incluso románticos: marcan las avenidas, bordean la terraza, el ángulo de un gran macizo de arbustos.