Cornus sanguinea - Cornejo rojo

El Cornus sanguinea o cornejo rojo es un pequeño arbusto autóctono, reconocible por sus jóvenes ramas de un rojo brillante muy vivo, que captan todas las miradas en la estación "muerta". Sin embargo, no es monótono el resto del año: su hermoso follaje, de un verde reluciente, adquiere cálidos tonos otoñales. A finales de primavera o principios de verano produce inflorescencias blancas y aplanadas, bastante discretas, pero muy apreciadas por los insectos libadores. El cornejo de madera roja y sus variedades son arbustos sensacionales que prosperan en todo tipo de suelos y forman bordillos notables delante de arbustos más altos. ¡Invítalos a tu jardín!

El Cornus sanguinea, de la familia de las cornáceas, que recibe según las regiones los nombres de cornejo hembra, puègne blanca, sanguíneo o incluso olivo de Normandía, es un arbusto caduco presente en todo nuestro territorio. Es originario de gran parte de Europa y del este de Asia. Muy ubicuo, pero también ornamental, desde hace tiempo ha llamado la atención de los horticultores. De crecimiento rápido, presenta un porte en mata extendida, tan alto como ancho. En madurez, alcanzará en promedio 2,50 m a 3 m en todas direcciones si no se poda regularmente cerca del suelo. Cuando se poda con regularidad, no superará 1,50 m a 1,80 m de altura. Esta operación favorece el desarrollo de ramas jóvenes, mucho más coloreadas que las viejas. El follaje está compuesto por hojas enteras, de forma elíptica a ovalada con extremo puntiagudo, algo blandas, de color verde brillante. Adquieren preciosos tonos rojo anaranjado al final de la temporada. La floración ocurre en mayo-junio. Las diminutas flores blancas y ligeramente perfumadas se agrupan en corimbos aplanados que aparecen en el extremo de los brotes jóvenes. Tras la polinización por los insectos libadores, dan paso a ramilletes de pequeñas bayas redondas, primero verdes, luego rojas, volviéndose violeta oscuro en verano. Son el deleite de las aves que así dispersan las semillas.

Realmente poco exigente en cuanto al tipo de suelo y a la exposición, el cornejo rojo es fácil de mantener y extremadamente decorativo en invierno. Se plantará aislado en el centro de un macizo de viváceas, en un seto mixto o para formar grandes bordillos espectaculares delante de arbustos más altos. Sus colores otoñales combinan admirablemente con la floración de los ásteres y su madera coloreada anima el follaje de las coníferas verde oscuro o azules en invierno. El Cornus se lleva bien con las clemátides, que le proporcionarán una bonita floración en verano, pero le permitirán expresarse plenamente en invierno.