Calabaza Potimarron

La Calabaza Potimarron es una variedad rastrera, productiva y de maduración temprana. Ofrece alrededor de 5 frutos medianos por planta (12 a 22 cm, 1,2 a 1,5 kg), con forma de pera rojo anaranjado. Su piel es fina y tierna, y la pulpa es gruesa, con un maravilloso sabor a castaña. Esta Calabaza Potimarron tiene una excelente conservación.

Las calabazas, los potimarrones y los giraumones pertenecen a la familia de las Cucurbitáceas y a la especie Cucurbita maxima. Esta planta herbácea anual presenta largos tallos vigorosos, rastreros e incluso trepadores gracias a sus zarcillos fuertes. Cada planta tiene flores masculinas y femeninas separadas, se dice que es monoica; son estas últimas las que darán los frutos una vez fecundadas por el polen de las primeras.

Se presentan en numerosas formas y colores, desde frutos grandes acostillados de color naranja o rojo con pulpa anaranjada, hasta formas oblongas, en forma de pera o de "Martagón". Originaria de América del Sur, esta especie habría sido introducida en Europa hacia los siglos XVI o XVII, como sus primas, las otras especies de Cucurbita. A menudo se les llama erróneamente "calabazas", aunque pertenecen a una especie diferente, Cucurbita pepo, con pulpa fibrosa y un pedúnculo duro y fibroso. En cambio, la calabaza tiene una pulpa dulce, sabrosa y menos fibrosa, con un pedúnculo tierno y esponjoso.

Las calabazas son ricas en vitaminas y oligoelementos, además de ser bajas en calorías, ricas en potasio y con propiedades antioxidantes.

Cosecha y conservación:

Cosecha la calabaza lo más tarde posible, sin correr el riesgo de las primeras heladas. Mantén entonces el pedúnculo lo más grande posible y guárdalas en una habitación templada (10 a 15°C), evitando que se toquen entre sí. Así podrás conservarlas desde unos meses hasta un año.

El truco del jardinero:

Puedes enterrar los tallos a nivel de los nudos para provocar su enraizamiento.

Para ahorrar espacio y proteger tus frutos de la podredumbre, puedes cultivar las calabazas sobre soportes como una malla o estructuras sólidas.

Durante la maduración de los frutos, puedes colocar una teja o un ladrillo, por ejemplo, entre el suelo y el fruto para aislarlo y limitar un posible pudrimiento. Un acolchado grueso también funcionará.