Cultivo en invernadero: los errores más comunes

Cultivo en invernadero: los errores más comunes

Nuestros consejos para gestionar mejor tus cultivos en invernadero

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Modificado el miércoles, 14 de mayo de 2025  por Pascale 6 min.

Para un jardinero, un invernadero es el equipo soñado para aumentar su producción de hortalizas y frutos pequeños. En efecto, el invernadero permite proteger los cultivos de las inclemencias del tiempo, prolongar las temporadas y ofrecer un entorno controlado para cultivos exigentes. Sin embargo, cultivar bajo invernadero no garantiza automáticamente el éxito. Y los jardineros más experimentados pueden caer en trampas clásicas, por exceso de confianza o simplement por negligencia o desconocimiento. Como espacio confinado, el invernadero puede deparar muy malas sorpresas e incluso resultar contraproducente.

Descubramos juntos los errores más comunes cometidos en un invernadero, que pueden comprometer seriamente tus cultivos, y sobre todo los consejos expertos para evitarlos.

Dificultad

No tener en cuenta el microclima de su invernadero

Un huerto al aire libre ofrece, sin duda, condiciones de cultivo a veces impredecibles, pero las plantas tienen la capacidad de adaptarse a las variaciones naturales. Por el contrario, un invernadero impone de facto un microclima ideal, pero confinado, que puede volverse extremo rápidamente si no se controla.

La principal dificultad del invernadero frío es precisamente… ¡el efecto invernadero! De hecho, ese es su principio fundamental. Capta el calor del sol y lo conserva. Si esta característica es muy interesante durante los períodos fríos o frescos, en verano, el invernadero puede convertirse rápidamente en un auténtico horno. Este desequilibrio térmico puede tener graves consecuencias, especialmente si se combina con una alta humedad.

Por eso parece esencial equipar el invernadero con herramientas de medición que pueden resultar muy eficaces, como el termómetro y el higrómetro, o incluso una estación meteorológica conectada. Estos instrumentos permiten monitorear las variaciones del microclima y ajustar las prácticas en consecuencia. Asimismo, en verano, cuando el sol aprieta, puede ser necesario instalar un sistema de sombreado. Existen, por ejemplo, mallas de sombreo adaptadas a túneles e invernaderos de plástico, o pinturas (a menudo de tiza) para invernaderos de vidrio, que se eliminan naturalmente con las precipitaciones.

Finalmente, queda evitar los principales errores cometidos por el jardinero, que no dependen de instrumentos, sino simplemente del sentido común.

No ventiles tu invernadero

Uno de los errores más insidiosos en el cultivo bajo invernadero es descuidar la ventilación. Para un jardinero poco experimentado, dejar cerrado el invernadero equivale a no perder el calor acumulado. Es cierto que se conserva el calor del sol, pero sobre todo se crea una atmósfera sofocante donde el aire no se renueva. Y las consecuencias no se hacen esperar: la humedad se estanca, provocando el pudrimiento de los tomates o los pepinos que se han plantado allí. Otras planteros y semilleros de hortalizas, menos sensibles al pudrimiento, sufrirán estrés hídrico, lo que ralentizará su crecimiento.

Recuerda siempre que un invernadero es un espacio cerrado. ¿Tú mismo serías capaz de vivir en un espacio completamente cerrado? A priori, no, ya que ventilas regularmente tu vivienda…

invernadero error ventilación

Una ventilación regular de un invernadero es esencial

Por lo tanto, un invernadero debe ventilarse y abrirse a diario, tanto en verano como en invierno, para permitir que el aire se renueve. También es una forma muy sencilla de equilibrar la temperatura y mantenerla en un rango aceptable para los planteros y semilleros de hortalizas. Dependiendo del modelo de invernadero, basta con abrir la puerta o las puertas, o las ventanas laterales, unas horas al día (¡las más calurosas!) en primavera, otoño e invierno, y todo el día en verano.

No preparar el suelo de tu invernadero

En un invernadero, el suelo suele someterse a un mayor desgaste que al aire libre. Las rotaciones de cultivos no siempre se respetan, los cultivos son más densos y numerosos. Como resultado, la tierra se agota más rápido, ya que los nutrientes son absorbidos rápidamente por los planteros y semilleros de hortalizas. A veces ocurre lo opuesto. El jardinero entusiasta sobrefertiliza el suelo de su invernadero, lo que provoca desequilibrios minerales e incluso carencias.

Por eso, en un invernadero, es esencial preparar el suelo, como se haría en un huerto al aire libre. Es necesario mullirlo y airearlo con una horca o una biohorquilla, y luego fertilizarlo añadiendo una enmienda como compost maduro o estiércol descompuesto. Este trabajo de preparación del suelo puede realizarse en otoño o primavera, según el uso que se le dé al invernadero.

preparación del suelo en invernadero

En un invernadero, el suelo se agota rápidamente. Por lo tanto, es primordial trabajarlo y enmendarlo regularmente

Tanto en un invernadero como en el huerto, también es posible sembrar abonos verdes para enriquecer y estructurar el suelo. Asimismo, a lo largo de los cultivos, el uso de purín de ortiga o de consuelda permitirá potenciar los cultivos y reforzar las defensas inmunitarias contra enfermedades. Por último, aunque es bastante difícil en un invernadero, intenta aplicar como mínimo la rotación de cultivos.

Plantar demasiado denso en un invernadero

Cuando un jardinero invierte en un invernadero, amortizarlo es una obviedad. Y a menudo tendrá la tendencia a plantar mucho, sin tener siempre en cuenta las distancias de plantación que normalmente se recomiendan. Sin embargo, sembrar o plantar demasiado denso es un error (legítimo) que puede tener consecuencias desafortunadas. En primer lugar, porque no tienen suficiente espacio vital, las plantas se estorbarán y su crecimiento se verá ralentizado. Las hortalizas corren el riesgo de ser menos numerosas y más pequeñas. Además, un cultivo demasiado denso es un terreno favorable para el desarrollo de enfermedades criptogámicas o la invasión de insectos dañinos comunes, como los pulgones, las cochinillas, las arañas rojas… ya que no se garantiza la circulación del aire.

Por eso es primordial reservar un espacio suficiente para cada planta. Es mejor sembrar o plantar menos, pero mejor. La producción será aún mejor.

Sembrar demasiado pronto (o demasiado tarde)

En un invernadero, se pueden prolongar las siembras y las plantaciones. Es un hecho, pero aún así, hay que tener en cuenta las condiciones meteorológicas propias de cada región. Está claro que, gracias a un invernadero, se pueden adelantar o prolongar los cultivos unas semanas, pero imaginar cultivar tomates en pleno invierno es totalmente ilusorio en algunas zonas.

En efecto, el clima tiene un fuerte impacto en el calentamiento del suelo o del aire, incluso bajo invernadero. Si siembras demasiado pronto o demasiado tarde, las semillas simplemente podrían no germinar. Y si germinan, las plantas no tendrán necesariamente las condiciones para desarrollarse bien.

Por lo tanto, bajo invernadero, la razón se impone. Se pueden adelantar o prolongar las siembras, pero dentro de lo razonable, y teniendo en cuenta las previsiones meteorológicas.

Manejar mal el riego en invernadero

En invernadero, el riego depende de un equilibrio justo: ni demasiado, ni demasiado poco. Al estar protegidas de la lluvia, las plantas dependen completamente del jardinero para su suministro de agua. Pero cuidado, regar como al aire libre es un error frecuente, a menudo con graves consecuencias. Demasiada agua, y es la puerta abierta a la humedad estancada, hongos, asfixia de la raíz y enfermedades criptogámicas. Muy poca, y tus cultivos sufren estrés, producen menos o florecen prematuramente.

Al ser la humedad del aire naturalmente más alta en el invernadero, la evaporación se reduce, especialmente si la ventilación es insuficiente. Sin embargo, el sustrato puede secarse rápidamente en la superficie debido al calor acumulado. De ahí la importancia de no confiar solo en lo que se ve, sino de verificar la humedad del suelo en profundidad. Introducir un dedo en la tierra suele ser suficiente para evitar un error de apreciación.

error de riego en invernadero

el riego depende de un equilibrio justo: ni demasiado, ni demasiado poco

Por eso, es preferible el riego manual en un invernadero, o, en su defecto, un sistema de goteo que permita aportes dirigidos y regulares, sin excesos. Asimismo, es esencial regar por la mañana, para que las plantas tengan tiempo de absorber el agua antes de los picos de calor y que la humedad no se estanque por la noche. Por último, el riego debe adaptarse a las necesidades de cada especie de plantas hortícolas cultivadas en invernadero. Sobre todo, debe gestionarse con una regularidad absoluta.

Finalmente, como en el huerto, el acolchado es esencial en el invernadero, ya que reduce la evaporación y limita los riegos.

Descuidar el mantenimiento del invernadero

Uno de los errores frecuentes de los jardineros que poseen un invernadero es pensar que, bajo el pretexto de ser un lugar cerrado, está protegido de enfermedades, invasiones de insectos dañinos, suciedad… Sin embargo, ¡no es así! Dejar que se acumulen restos de cultivos, malas hierbas, hojas secas o tutores viejos es un grave error. De hecho, todo esto crea un ambiente propicio para el desarrollo de esporas de hongos y parásitos que pueden invernar tranquilamente, esperando la llegada de la primavera. La eliminación de los residuos orgánicos, a veces portadores de enfermedades, es por tanto indispensable y debe ser regular para limitar los riesgos.

Al final de la temporada, es esencial hacer una limpieza a fondo: vaciar el invernadero, limpiar los cristales para maximizar la luminosidad, cepillar las estructuras y desinfectar las herramientas. Usar productos naturales como el vinagre blanco o el jabón negro suele ser suficiente para eliminar los microorganismos no deseados sin dañar el ecosistema. Marion te da algunos consejos para esta limpieza profunda: La limpieza de otoño del invernadero.

Por último, hay que revisar regularmente el estado de las estructuras: una lona dañada, un cristal agrietado o un sistema de riego por goteo obstruido pueden comprometer toda una temporada.

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