No hace falta presentar la alcachofa, Cynara scolymus por su nombre científico. Originariamente es una vivácea mediterránea, que no tolera ni las heladas ni el exceso de humedad, pero que posee numerosas cualidades. En primer lugar, todo el mundo conoce su uso en cocina, con recetas que varían según los países y las variedades que se cultivan en ellos.
La alcachofa también tiene su lugar en el jardín -fuera del huerto-. Su silueta muy gráfica, con sus grandes hojas grises muy recortadas, capta la mirada prácticamente durante todo el año, excepto en caso de fuertes heladas, ya que entonces se ve afectada por el frío.
Pero ¿sabías que la alcachofa también forma parte de las plantas medicinales? Su uso se remonta a tiempos muy antiguos. La alcachofa, tal y como la conocemos hoy y que tiene como antepasado al cardo, apareció hacia finales de la Edad Media y tiene un efecto sobre la esfera hepatobiliar.

Flores de alcachofa (izquierda) y flores de cardo (derecha). En el centro, antigua ilustración de una alcachofa (Foto Rawpixel Ltd).
Parte utilizada: las hojas
Pero empecemos por el principio: la hoja es la parte utilizada en fitoterapia.
Hay que determinar bien lo que llamamos hojas en la alcachofa. La mayoría de las veces pensamos en las partes que mojamos con deleite en la vinagreta. Pues bien, no se trata de las verdaderas hojas. En realidad, comemos las brácteas carnosas de la flor y el receptáculo, comúnmente llamado corazón de alcachofa.
Las hojas, las verdaderas, son las grandes hojas grises, gruesas y muy recortadas que salen de la base de la planta. Son estas las que se utilizan para aliviar el hígado.

No confundas las hojas (izquierda) con las flores de alcachofa (derecha).
La recolección de las hojas
Ahora que hemos aclarado lo de las hojas, pasemos a la práctica.
La recolección se realizará un día sin lluvia para limitar la cantidad de humedad en la planta. Como con todas las hojas que se consumen, es preferible recogerlas en primavera antes de que comience el proceso de floración, para que haya un máximo de principios activos en la parte utilizada. Así que para la alcachofa, habrá que recolectar las hojas antes de la aparición de los tallos con flores, porque si ya ves pequeñas alcachofas en formación, es muy probable que la planta haya puesto toda su energía en producirlas, en detrimento de las hojas.
Ahora que has recolectado una o dos hojas de alcachofa, como son muy grandes, proporcionan mucha materia. Si necesitas una gran cantidad, nada te impide repetir la operación más adelante. Pero te aconsejamos que hagas una prueba de secado y degustación para saber si deseas repetir la experiencia.

Recolecta las hojas antes de la aparición de las flores (Foto Filippo Giunchedi).
El secado de las hojas
Pasemos ahora a la etapa del secado.
Al aire libre
Necesitarás un lugar muy ventilado y protegido de la luz para preservar al máximo las propiedades de las plantas. Esto es aún más cierto en el caso de las hojas de alcachofa, que están muy cargadas de humedad y en las que, por consiguiente, pueden desarrollarse mohos si el secado no se realiza correctamente. Por lo tanto, hay que secarlas lo más rápidamente posible sin quemarlas, siendo lo ideal extender las hojas sobre rejillas en un desván, lugar oscuro y bien ventilado por excelencia que garantiza una desecación rápida.
Al horno o en deshidratador
Si no tienes desván y eres de los que van con prisa, existen otras soluciones técnicas. Primero, el horno, si es lo suficientemente preciso como para regular la temperatura a un máximo de 40°C. En este caso, puedes dejarlo funcionar con la puerta del horno ligeramente abierta. No es muy ecológico, pero permite evacuar la humedad. Segunda solución, el deshidratador. Con este último, deberías obtener un resultado óptimo. Pero personalmente no he probado esta solución.
Ten en cuenta que, después del secado, las hojas deben ser quebradizas pero haber conservado su tono gris. Si las hojas se han vuelto marrones, significa que no son aptas para el consumo. Entonces no te quedará más que tirarlas.

Rejillas utilizadas para el secado de plantas medicinales.
Los beneficios de la alcachofa
Ahora que has secado las hojas de tu alcachofa, quizá te preguntes en qué circunstancias utilizarlas.
Has de saber que las hojas de alcachofa son conocidas por su efecto sobre el hígado. Este uso se remonta aproximadamente al siglo XV y es una reminiscencia de la "teoría de las signaturas" que proviene del propio Hipócrates. Según esta teoría, existe una analogía entre la planta y el órgano humano a tratar. Por ejemplo, lo amargo recordaría a la bilis, que es el caso de la alcachofa. Los estudios científicos han demostrado los límites de esta teoría. Sea como fuere, la alcachofa tiene efectivamente una acción colerética -es decir, que favorece la producción de bilis- y sobre la protección del hígado. Además, también tiene un efecto diurético.
El uso
Ahora que las hojas están secas y quebradizas, puedes desmenuzarlas un poco. Esto ocupará menos espacio para el almacenamiento y facilitará su uso. Conserva tu preparación, como conservarías el té, evitando cajas demasiado herméticas en las que podrían desarrollarse mohos si el secado no resultara óptimo.
¡Listo! Tu infusión de alcachofa está lista para usar. Hierve agua, viértela en una taza grande sobre una cucharada de planta, y espera a que infusione unos diez minutos y que se enfríe un poco antes de degustar. Bueno, degustar es un decir, porque la planta es un tónico amargo. Por consiguiente, se recomienda añadir una buena cucharada de miel a la bebida. Ahora se entiende mejor por qué existen tantas formulaciones en farmacia para evitar tener que probar este amargor. Pero nada reemplazará el placer de haber preparado tú mismo tu infusión para el bienestar de tu hígado, a partir de una planta de tu jardín, además.
Advertencia
Para un efecto terapéutico, consulta a un especialista en fitoterapia – médico o farmacéutico. La automedicación debe evitarse.
Y, por último, ten en cuenta que cualquier infusión, sea cual sea, no debe tomarse de forma continua durante todo el año, ya que nunca se puede descartar el riesgo de una toxicidad acumulada. ¡El uso de las plantas no es algo trivial!
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