Graines de Frêne - Fraxinus excelsior

Fraxinus excelsior, el fresno norteño, cultivado a partir de semillas, ofrece la posibilidad de ver crecer este majestuoso árbol desde sus primeros estadios de desarrollo. Sus semillas, encerradas en sámaras alargadas, maduran en otoño y deben someterse a un periodo de latencia invernal para romper su dormancia. Darán lugar a un árbol de porte esbelto, cuyo tronco recto sostiene una ramificación ligera y elegante. El fresno presenta un follaje lanceolado verde oscuro cuyo color otoñal dorado ilumina el paisaje. Se plantará para dar sombra a un jardín grande.

El Fraxinus excelsior, más conocido como fresno norteño, pertenece a la familia de las Oleáceas. Este árbol es nativo de Europa, Escandinavia y Rusia, donde coloniza con facilidad las riberas de los cursos de agua y los bosques frescos y profundos. Adaptado a suelos húmedos, desempeña un papel ecológico importante al estabilizar las orillas y albergar una rica biodiversidad. Su porte naturalmente erguido le confiere una silueta elegante y esbelta. Desarrolla un tronco recto, bien despejado, coronado por una copa primero compacta y alargada cuando es joven, que se abre progresivamente con la edad volviéndose más aireada. Su corteza, lisa y grisácea en su juventud, se agrieta con los años adoptando un aspecto fisurado y escamoso. De crecimiento relativamente rápido, puede alcanzar entre 30 y 40 metros de altura en su madurez, con una envergadura cercana a los 20 metros. Su follaje caduco está compuesto por hojas ligeras, formadas por 9 a 13 folíolos estrechos y lanceolados, que miden entre 5 y 12 cm de largo. De un verde oscuro en verano, se visten de tonos amarillo dorado en otoño antes de caer. La floración del fresno norteño tiene lugar en primavera, antes de la aparición de las hojas. Pequeñas flores de color amarillo crema, agrupadas en panículas, brotan discretamente en las ramas. Tras la polinización, dan lugar a frutos secos llamados sámaras, que miden de 2 a 4,5 cm de largo, se dispersan con el viento y aseguran la reproducción del árbol.

Perfectamente resistente y con exigencias limitadas, el fresno norteño soporta todo tipo de exposición no abrasadora y se adapta a cualquier suelo ordinario, incluido el calcáreo. Su crecimiento será mayor en suelos fértiles, profundos y frescos. Tolera muy bien la poda, incluso severa, ya que emite nuevos retoños desde el tocón. Si las condiciones le son favorables, tiende a sembrarse de manera natural con facilidad. En forma libre, su follaje y su porte elegante le otorgan auténticas cualidades ornamentales. Encontrará su lugar aislado, en un jardín grande, donde proporcionará una sombra agradable en verano.