
Mis semillas no germinan: ¿por qué? ¿Qué hacer?
Principales errores y soluciones para siembras en calor o en terreno abierto que no germinan
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En el huerto o en el interior, has sembrado con cuidado tus semillas, regado con constancia y esperado la germinación… En vano. Ni un solo retoño que emerja suavemente del sustrato. Pero tranquilo, no estás solo frente a este fracaso de germinación. De hecho, es una de las frustraciones más comunes entre los jardineros, principiantes o experimentados. Sin embargo, detrás de cada semilla recalcitrante hay una explicación, desde una temperatura demasiado fría hasta un sustrato demasiado húmedo. Así que, adoptando algunos gestos simples y siguiendo algunos consejos, es fácil rectificar la situación. En el jardín como en otros lugares, un fracaso siempre es una lección fértil.
Descubre las causas más comunes que explican el fracaso de las siembras, y sobre todo las soluciones concretas para obtener plántulas jóvenes llenas de vida
Entender los fundamentos de la germinación
Antes de señalar los errores, quizás sea conveniente volver a lo básico. La germinación, es el momento mágico en el que la semilla, un embrión de planta encerrado en un tegumento, hasta entonces en letargo, despierta para iniciar su transformación en planta. Es un proceso natural, pero ultra sensible.
Los cuatro elementos clave de la germinación
Para que una semilla germine, necesita un entorno favorable.
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El calor: la mayoría de las semillas necesitan una temperatura alrededor de 18 a 22°C para salir de su letargo. Si la temperatura es demasiado fría, permanecen inactivas; si es demasiado caliente, corren el riesgo de secarse. Cada semilla tiene además necesidades específicas, algunas germinan a partir de 7-8°C, otras necesitan temperaturas claramente superiores. Te invito a consultar mi artículo La germinación de las plantas potageras que indica, entre otros, las temperaturas ideales de germinación de las principales hortalizas.
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La humedad: los aportes de agua permiten rehidratar la semilla, activar sus enzimas y poner en marcha las reacciones bioquímicas necesarias para el crecimiento. Pero cuidado, ¡no se trata de ahogarla! Un sustrato encharcado aumenta el riesgo de pudrición de las semillas.
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El oxígeno: incluso bajo tierra, las semillas respiran. Si el sustrato está demasiado compactado o saturado de agua, los intercambios gaseosos no se producen y la semilla puede asfixiarse.
En cuanto a la luz, su papel varía. La mayoría de las semillas, como las de lechugas o de albahaca, necesitan luz para germinar. Otras, mucho más raras, prefieren la oscuridad. Esto siempre se indica en los paquetes.

Para germinar, una semilla necesita calor, humedad y oxígeno
La importancia de la calidad de las semillas
Si las semillas son demasiado viejas o mal conservadas, pueden perder su capacidad germinativa. ¡Una semilla es un ser vivo! Tiene una duración de vida variable según las especies y detesta la humedad, las variaciones de temperatura demasiado bruscas o la luz durante su «descanso» en el paquete.
Si tienes dudas sobre algunas semillas encontradas en el fondo de tu caja, haz la prueba de las hojas de papel de cocina. Basta con humedecer las hojas de papel y colocar las semillas entre ellas. En tres días, se produce la germinación.
Los errores de germinación más frecuentes
Cuando una semilla se niega a germinar, siempre hay una razón concreta, ya sea un descuido o una condición inadecuada. Intentemos entender las principales causas que impiden que las semillas broten y, sobre todo, las soluciones concretas para solucionar el problema.
Una temperatura inadecuada
Algunas semillas son frioleras, otras más tolerantes, pero por debajo de los 15°C, muchas simplemente… esperarán días mejores. En resumen, todas las semillas son diferentes y conocer su temperatura de germinación es importante. Suele indicarse en los envases. Por ejemplo, las habas, los guisantes verdes, la lechuga o las espinacas germinan entre 6 y 10 °C, por lo que pueden sembrarse en terreno abierto desde marzo. En cambio, las semillas de tomate, de melón o de calabaza requieren temperaturas mucho más altas para germinar. La siembra en caliente es imprescindible. Sembrar demasiado pronto en la temporada o en una habitación fría puede ralentizar (o bloquear) la germinación.
Nuestras soluciones:
- Usa una esterilla térmica o un mini invernadero calefactado para siembras en interior de hortalizas frioleras. También puedes colocarlas en una habitación con una fuente de calor natural, como una veranda.
- Espera, para las siembras en terreno abierto, a que el suelo se caliente realmente en primavera, aunque eso signifique retrasar la siembra unos días o semanas.
Un riego mal dosificado
Para germinar, una semilla necesita agua. ¡Pero sin pasarse! De hecho, en un sustrato encharcado o completamente empapado, una semilla acabará pudriéndose. Por el contrario, en una tierra completamente seca, la semilla interrumpirá su proceso de germinación.
Nuestras soluciones:
- Para mantener el sustrato simplemente húmedo, ni encharcado ni seco, es preferible regar tus siembras con un pulverizador.
- Para conservar cierto grado de humedad, no dudes en cubrir tus siembras con plástico o una tapa transparente. Pero ventila un poco cada día.
Una profundidad de siembra inadecuada
Ya sea en terreno abierto o en bandejas, una semilla debe enterrarse a una profundidad proporcional a su tamaño. Cuanto más pequeña sea, más cerca de la superficie se siembra. En cuanto a las semillas más grandes, como las de guisantes verdes o habas, deben enterrarse un poco más, entre otras cosas para escapar del pico de las palomas, que las adoran.
Nuestras soluciones:
- Recuerda esta regla: hay que enterrar las semillas a 2 o 3 veces su diámetro.
- Así, las semillas de rábano, lechuga, zanahoria, canónigos, puerro, tomate… se entierran a menos de 1 cm de la superficie y simplemente se compactan ligeramente. Las semillas de habas, guisantes verdes y judías se entierran a 3 cm.
- Intenta no sembrar demasiado apretado. Una siembra clara facilita la germinación.
Las semillas se siembran a una profundidad de dos a tres veces su diámetro
Una luminosidad insuficiente
La luz también es importante, ya que la mayoría de las plantas la necesitan para germinar. Pocas semillas pueden germinar en la oscuridad. Esta luminosidad actúa incluso a través del sustrato. Si en el exterior las semillas reciben suficiente luz, en interior suele ser más problemático, sobre todo en primavera con las siembras de semillas frioleras.
Nuestras soluciones:
- Coloca tus cajitas, bandejas o macetas cerca de una fuente de luz, como una ventana orientada al sur o al oeste, o, idealmente, en una veranda.
- Vigila los rayos directos del sol, que pueden quemar los brotes jóvenes en cuanto emergen.
Un sustrato inapropiado
Sembrar en una tierra de jardín pesada, pegajosa, demasiado compacta o gruesa, o en un sustrato demasiado rico puede frenar la germinación. Simplemente porque tu pequeña semilla, tan frágil, no tendrá suficiente fuerza para levantar los componentes del suelo. Las raíces jóvenes necesitan un suelo ligero, aireado, sin exceso de nutrientes al principio.
Nuestras soluciones:
- Para tus siembras en interior, usa un sustrato especial para siembra o trasplante, compuesto de tierra, arena y vermiculita.
- Para las siembras en terreno abierto, es imprescindible trabajar y airear el suelo, luego rastrillar para allanarlo y aligerarlo. Aprovecha para eliminar con cuidado las piedras y las malas hierbas que compiten con las semillas.
- Si, tras esta preparación, tu suelo sigue siendo muy pesado, tamiza sustrato sobre las semillas sembradas.
Semillas demasiado viejas o mal almacenadas
Las semillas no son eternas. Los fabricantes indican una fecha límite de conservación en los paquetes, que conviene respetar. De hecho, cuanto más envejecen las semillas, más disminuye su tasa de germinación. Y si se han almacenado en un lugar húmedo o cálido, pueden haber perdido todo su vigor y ya no ser viables.
Algunas semillas pueden ver aumentada su capacidad de germinación con un simple remojo de una noche en agua tibia.
Nuestras soluciones:
- Verifica bien la fecha de caducidad de las semillas antes de sembrar.
- Conserva las semillas en un lugar fresco, seco y protegido de la luz, sin cambios bruscos de temperatura.
- Guarda tus semillas en cajas o frascos herméticos.
Una pequeña anécdota para terminar: este año, cuando quise sembrar mis semillas de habas, me llevé la sorpresa de encontrarlas infestadas por el gorgojo de las leguminosas. Tuve que tirar todas mis semillas. La culpa es mía: olvidé meterlas 24 horas en el congelador para matar las larvas. Además, no las guardé en recipientes herméticos.
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