
10 plantas perennes con floración de principios de primavera
¡Las mejores variedades para olvidar el invierno!
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Apenas comienzan a suavizarse las temperaturas cuando numerosas viváceas se apresuran a florecer, anunciando con una explosión de colores el despertar del jardín y el fin de la mala estación. ¡Nos avisan que vuelven los días bonitos! Las protagonistas de esta época son los helleboros, o rosas de Cuaresma y sus numerosas variaciones.
Para acompañar estas viváceas tempranas, puedes animar tus macizos con pequeños bulbos primaverales (ej.: Crocos de primavera) y con plantas de follaje perenne, como los coralitos. No dudes en dar color a tu jardín colocando algunas plantas bien visibles desde tus ventanas, o a lo largo del camino de acceso a tu casa.
Eléboro oriental (Helleborus orientalis)
El eléboro oriental es una vivácea imprescindible para iluminar los jardines desde finales del invierno. Este heléboro elegante se presenta en numerosos híbridos con flores simples o dobles, que muestran una increíble gama de colores: blanco puro, rosa suave, rojo púrpura intenso, frambuesa, verde ácido, negro aterciopelado, amarillo, anaranjado o incluso salmón.
Su follaje perenne, resistente y decorativo durante todo el año, forma el marco perfecto para sus refinadas flores en forma de copa o estrella. El eléboro oriental prefiere exposiciones sombreadas o parcialmente sombreadas, protegido de los rayos directos del sol que podrían dañar su follaje. Plántalo en un suelo fresco, rico en humus y bien drenado. También se adapta muy bien al cultivo en macetas, para alegrar terrazas y balcones.
Consejo de jardinero: en cuanto aparezcan las primeras flores, resáltalas eliminando las hojas viejas, a menudo dañadas por el invierno. Esto permite apreciar mejor la belleza de las flores y limitar enfermedades foliares como la mancha negra del heléboro. Un acolchado ligero en verano ayudará a mantener la frescura del suelo.

La pulmonaria (Pulmonaria saccharata)
La pulmonaria es una vivácea resistente y decorativa, ideal para alegrar los rincones sombreados del jardín. Ofrece desde finales del invierno bonitas flores en racimos, en tonos azules, violetas, y a veces rosas o rojos para variedades como Pulmonaria rubra, la más precoz, que florece desde febrero. Las demás variedades florecen de marzo a abril.
Su follaje ornamental, marcado con manchas blanco crema o plateadas, sigue siendo decorativo después de la floración. La variedad ‘Majesté’, por ejemplo, es apreciada por su follaje plateado brillante y sus delicadas flores rosas.
Planta la pulmonaria a la sombra o en media sombra, en un suelo fresco y rico que permanezca húmedo en verano. Fácil de cuidar, se siembra de manera natural y se extiende rápidamente, lo que la convierte en una excelente planta cubresuelos. Combina perfectamente con los helleboros de Oriente, creando bonitos contrastes de texturas y colores.

La prímula (Primula vulgaris)
Auténtico emblema del inicio de la primavera, la prímula de jardín ilumina los macizos, bordillos y jardineras desde los primeros días de calor, con una floración que se prolonga hasta mediados de la primavera. Fácil de cultivar, ofrece una explosión de colores gracias a numerosas variedades hortícolas con flores simples o dobles.
Entre las más destacadas, la variedad ‘Belarina Valentine’ cautiva con sus flores dobles de un rojo intenso, mientras que Primula ‘Zebra Blue’ atrae todas las miradas con sus pétalos azules y blancos a rayas. Las prímulas también se presentan en amarillo luminoso, rosa suave, violeta intenso o azul delicado, a menudo realzadas con un centro amarillo brillante, sello distintivo de la planta.
Las prímulas aprecian situaciones de semisombra y un suelo fresco, rico y bien drenado. Perfectas en jardinera, macizo o bordillo, aportan un toque de alegría al jardín desde finales del invierno. Recuerda regarlas regularmente en períodos secos para prolongar la floración.

El guisante de primavera (Lathyrus vernus)
La gesse de printemps es un guisante de olor vivácea y precoz, que florece desde mediados de febrero, mucho antes que la mayoría de las demás viváceas. Compacta y elegante, alcanza unos 40 cm de altura y forma una mata densa de hojas verde brillante, ligeramente acanaladas, que siguen siendo decorativas después de la floración.
Sus flores delicadas, agrupadas en racimos, muestran tonos azul-violeta intensos, con variantes que van desde el rosa claro hasta el blanco puro según los cultivares. La floración no solo es precoz sino también prolongada, durando casi dos meses, aportando un toque de color a los macizos de sombra.
La gesse de printemps prefiere zonas sombreadas o de semisombra, especialmente al pie de arbustos o rosales, donde disfruta de luz tamizada. Aprecia los suelos frescos, ricos en humus y bien drenados. Fácil de cuidar, resiste bien al frío y requiere pocos cuidados, salvo riego en caso de sequía prolongada.

La violeta (Viola odorata)
Delicada y perfumada, la violeta odorante es una pequeña planta perenne tapizante que crece de manera natural en sotobosques y linderos, en suelos frescos y ricos. Se extiende gracias a sus estolones, formando progresivamente un bonito tapiz de verdor y flores. Las variedades con flores simples son más resistentes que las de flores dobles y ofrecen una floración generosa desde finales del invierno.
Si la violeta silvestre suele presentar un azul violáceo intenso, algunas variedades ofrecen tonalidades blancas, malvas, rosas o incluso amarillo pálido. La variedad ‘Alba’, con sus flores blancas luminosas, es perfecta para iluminar las zonas sombreadas.
Plántala a la sombra o en media sombra, en un suelo rico en humus y fresco. Se siembra de manera natural con facilidad y constituye un excelente cubresuelos, ideal para macizos naturales o sotobosques.
Consejo gourmet: Sus flores comestibles son perfectas para acompañar ensaladas, pastelería o infusiones e incluso pueden cristalizarse para un toque decorativo original.

El bergenia (Bergenia x cordifolia)
La bergenia es una vivácea robusta que forma un excelente cubresuelos gracias a sus grandes hojas gruesas, persistentes y brillantes. Su follaje coriáceo permanece decorativo todo el año, adquiriendo hermosos tonos bronce, púrpuras o cobrizos en invierno, según la variedad. La cara superior, a menudo oscura y barnizada, contrasta bellamente con el revés de tonalidades rosadas.
Desde finales del invierno, se adorna con numerosas florecillas en forma de campanillas, agrupadas en racimos densos. La floración varía del rosa vivo al blanco delicado, aportando un toque de color a los macizos aún adormecidos por el frío.
La bergenia es poco exigente y se adapta perfectamente a condiciones difíciles, especialmente a la sombra seca donde pocas plantas prosperan. Prefiere un suelo bien drenado, pero también tolera terrenos más pobres. De fácil mantenimiento, basta con retirar las hojas dañadas después del invierno para revitalizar su brillo.

El Dorónico del Cáucaso (Doronicum orientale)
El dorónico del Cáucaso es una vivácea luminosa que alegra los macizos desde el mes de abril con su floración amarillo intenso, recordando pequeños soles. Sus grandes flores en forma de margarita contrastan bellamente con su follaje verde fresco, aportando brillo a los bordillos y a los claros de bosque.
Esta planta puede alcanzar hasta 60 cm de altura y forma matas densas que se extienden progresivamente gracias a sus rizomas rastreros.
El dorónico prefiere una exposición soleada a semisombra y un suelo bien drenado, ya que teme el exceso de humedad que podría provocar la podredumbre de las raíces. Ideal en macizo, combina bien con viváceas de primavera como los nomeolvides, las prímulas o los pensamientos para un efecto colorido garantizado.

La Anémona pulsatilla (Pulsatilla vulgaris)
La Pulsatilla común es una pequeña vivácea destacable por su floración delicada que se despliega desde el mes de marzo. Sus flores en forma de campanillas estrelladas muestran un violeta profundo y aterciopelado, a veces teñido de reflejos más claros, contrastando bellamente con su corazón dorado.
Su follaje finamente disecado y sus tallos están cubiertos de una pelusa plateada sedosa, que aporta un toque de suavidad y ligereza al conjunto, incluso después de la floración, cuando aparecen bonitas fructificaciones plumosas.
Ideal para rocallas, taludes soleados o jardines secos, la Pulsatilla común aprecia los suelos bien drenados y teme la humedad estancada. Ofrécele un sustrato ligero, pedregoso o arenoso, y una exposición a pleno sol para favorecer una hermosa floración. Rústica y poco exigente, resiste bien al frío y a la sequía una vez bien establecida.

El Nomeolvides siberiano (Brunnera macrophylla)
La Brunnera macrophylla es una vivácea elegante que seduce por su floración ligera y etérea desde principios de primavera. Sus pequeñas flores azul claro, adornadas con un delicado corazón blanco, recuerdan a las del nomeolvides común, aportando un toque de frescura a las zonas sombreadas.
Su amplio follaje en forma de corazón, a menudo verde oscuro o abigarrado de plata según la variedad (como el magnífico ‘Jack Frost’), es igualmente decorativo. Forma una excelente planta cubresuelos densa, ideal para vestir los pies de arbustos o rellenar espacios sombreados.
La Brunnera macrophylla prospera a la sombra o en media sombra, en un suelo fresco, rico en humus y bien drenado. Combínala con hostas o helechos para un efecto de sotobosque frondoso. Poco exigente, requiere poco mantenimiento, excepto un riego en periodos de sequía prolongada.

El Carraspique (Iberis sempervirens)
También llamado canastillo de plata, el Iberis sempervirens es una vivácea mediterránea apreciada por su floración blanca brillante y abundante, que ilumina los jardines de marzo a abril. Sus pequeñas flores en racimos densos forman un auténtico tapiz de luz, contrastando bellamente con su follaje perenne verde oscuro.
Con su porte tapisante y su crecimiento compacto, constituye una excelente planta cubresuelos, ideal para bordillos, rocallas o la parte delantera de los macizos.
Plántalo a pleno sol, en un suelo bien drenado, incluso pobre o calcáreo. El Carraspique es muy resistente a la sequía y requiere poco mantenimiento, lo que lo convierte en una planta perfecta para jardines secos o situaciones difíciles. Poda ligeramente después de la floración para mantener un porte denso y armonioso.

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