
Sembrar las semillas en terreno abierto
Todos nuestros consejos para lograr la siembra en el lugar
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La siembra en terreno abierto es un método sencillo y accesible, que permite cultivar una gran variedad de plantas, ya sean hortalizas, flores o hierbas aromáticas. Sembrar directamente en el suelo permite que las plantas se desarrollen bien en su entorno definitivo, evitando además las etapas a veces tediosas del trasplante o del cultivo en interior. Sin embargo, esta técnica requiere un mínimo de conocimientos para preparar el terreno, elegir el momento adecuado y vigilar las siembras para garantizar su éxito. ¡Descubre todos nuestros consejos para lograr con éxito tus siembras en el lugar, desde la preparación del suelo hasta el cuidado de los planteros y planteles!
¿Por qué sembrar directamente en terreno abierto?
La siembra en terreno abierto permite que las plantas crezcan desde el principio en su entorno definitivo, sin sufrir el estrés de un trasplante. Además, algunas plantas no aprecian ser trasplantadas. Este contacto directo con el suelo favorece un enraizamiento profundo y estable, garantizando plantas más robustas y mejor adaptadas a las condiciones locales, como el tipo de suelo o el clima. Esta técnica también es menos exigente: evita la compra de macetas, sustrato específico o la gestión de los semilleros en interior. Por último, ofrece una relación directa con la naturaleza, donde el jardinero acompaña a las plantas en su desarrollo al ritmo de las estaciones.
Sin embargo, este método requiere una atención especial para garantizar el éxito de los semilleros, especialmente en cuanto a la preparación del suelo. El éxito de este tipo de siembra depende en gran medida de las temperaturas y la humedad. Una primavera fría o un verano seco pueden comprometer la germinación y el desarrollo de los brotes jóvenes. Las semillas y los planteros y planteles están directamente expuestos a los imprevistos externos, como pájaros, babosas, insectos o malas hierbas, que pueden ahogarlos o devorarlos.
¿Qué plantas se pueden sembrar en terreno abierto?
La siembra en terreno abierto es ideal para plantas robustas que germinan rápidamente y soportan las condiciones naturales. Entre las hortalizas, encontramos los rábanos, zanahorias, espinacas, judías y guisantes, que se adaptan bien a este método. Estos cultivos, a menudo poco exigentes, se establecen fácilmente en un suelo bien preparado y ofrecen cosechas generosas.
En cuanto a las flores, numerosas anuales como las capuchinas, zinnias, cosmos, amapolas y caléndulas son perfectas para la siembra directa. Aportan un toque de color y ligereza al jardín mientras requieren pocos cuidados. Para un efecto más silvestre, las mezclas para praderas floridas, compuestas de acianos o margaritas, son una excelente opción.
Las hierbas aromáticas, como el perejil, el cilantro o el eneldo, también pueden sembrarse directamente en terreno abierto. Se desarrollan fácilmente en suelos bien drenados, siempre que se respeten sus necesidades de luz. Sin embargo, algunas plantas más delicadas, como los tomates o las pimientas, prefieren un inicio bajo cubierta para garantizar una germinación exitosa.
¿Cuándo sembrar en terreno abierto?
El momento ideal para sembrar en terreno abierto depende del tipo de planta, del clima local y de las condiciones meteorológicas. Por regla general, las siembras en terreno abierto se realizan cuando el suelo está lo suficientemente caliente y se han descartado los riesgos de heladas.
Confía en las fechas de siembra recomendadas en los paquetes de semillas y resiste la tentación de sembrar flores consideradas semirresistentes, sensibles al frío, ante el primer rayo de sol de marzo, ya que una helada tardía podría arruinar tus esfuerzos.
Si utilizas semillas sobrantes del año pasado o de años anteriores, verifica la fecha de uso antes de sembrar… ¡o podrías no ver brotar nada!
Cómo preparar bien el suelo
Evita remover la tierra en profundidad
Contrario a lo que se podría pensar, no es necesario remover la tierra a gran profundidad antes de sembrar. Esto altera el equilibrio natural del suelo, en particular los microorganismos y las lombrices que contribuyen a su fertilidad. Si tu suelo es ligero, basta con un simple pase de rastrillo para quitar las piedras, nivelar la superficie y aflojar ligeramente. En cambio, para un suelo más compacto o arcilloso, es preferible usar una grelinette o una horquilla para airearlo sin removerlo. Estas herramientas permiten romper las capas compactadas preservando la estructura natural del suelo.
Crea un lecho de siembra fino y regular
Una vez que el suelo está suelto, es importante perfeccionar la superficie para recibir tus semillas en condiciones óptimas. Pasa un rastrillo para nivelar el terreno, romper los terrones y obtener una textura fina y homogénea. Esto permite que las semillas estén en contacto directo con la tierra, lo que favorece su germinación. No olvides desherbar cuidadosamente: incluso las malas hierbas más pequeñas pueden competir rápidamente con tus planteros y planteles por el agua, la luz y los nutrientes. Si es necesario, añade una fina capa de sustrato o compost tamizado para perfeccionar el lecho de siembra.
Aporta enmiendas si es necesario
En la mayoría de los casos, un suelo correctamente preparado es suficiente para recibir siembras de anuales o hortalizas poco exigentes. Estas plantas crecen rápidamente y generalmente no necesitan un enriquecimiento previo. Sin embargo, si tu suelo es particularmente pobre o arenoso, un aporte moderado de compost bien descompuesto o abono orgánico puede ser beneficioso. Incorpora estas enmiendas superficialmente para evitar alterar la estructura del suelo y no sobrecargues con nutrientes, ya que esto podría perjudicar a las semillas en germinación.
Verifica el drenaje del suelo
Un suelo mal drenado puede provocar estancamiento de agua, lo que podría pudrir las semillas. Para evitarlo, asegúrate de que la tierra deje pasar bien el agua. Si no es así, puedes mezclar un poco de arena para aligerar el suelo o elevar las zonas de siembra formando pequeños caballones. Esta precaución es especialmente importante para semillas sensibles al exceso de humedad, como las de zanahoria o lechugas.
¿Cómo sembrar?
La elección del método de siembra depende del lugar que hayas seleccionado y del tipo de plantas que desees cultivar. Las tres técnicas principales son la siembra en hileras, al voleo o grano a grano. A continuación, te explicamos cómo proceder en cada caso.
La siembra en hileras
La siembra en hileras es ideal para plantas que deseas cultivar de manera ordenada, como hortalizas de raíz (zanahorias, rábanos) o flores para corte (zinnias, cosmos). Este método también facilita el mantenimiento, especialmente el deshierbe y el aclareo.
Para sembrar en hileras, comienza trazando un surco rectilíneo de aproximadamente 1 cm de profundidad con un palo o el mango de una herramienta. Siembra las semillas de la manera más regular y espaciada posible para evitar una densidad excesiva. Si es necesario, mezcla tus semillas con un poco de arena fina para distribuirlas más fácilmente. Una vez depositadas las semillas, cierra el surco con un poco de tierra fina, aplana ligeramente con la palma de la mano o el dorso del rastrillo, luego riega en forma de lluvia fina para humedecer el suelo sin desplazar las semillas.
La siembra al voleo
Para un efecto natural o un rincón de platabanda donde la organización rigurosa no es esencial, la siembra al voleo es perfecta. Este método se utiliza a menudo para praderas floridas o para cubrir rápidamente una zona.
Distribuye las semillas en la superficie de manera homogénea lanzándolas con la mano. Si deseas un mejor control, puedes mezclar previamente tus semillas con arena seca para evitar que se agrupen. Una vez sembradas las semillas, rastrilla muy ligeramente para cubrirlas con una fina capa de tierra asegurando su buen contacto con el suelo. Luego, aplana con el dorso del rastrillo para estabilizar las semillas y riega delicadamente en forma de lluvia fina para mantener la humedad necesaria para la germinación.
La siembra grano a grano
La siembra grano a grano es perfecta para semillas de gran tamaño, como las de capuchinas, girasoles, judías o guisantes de olor. Este método es ideal para siembras precisas, en un macizo o al pie de un soporte, como una espaldera o un tutor.
Para este método, haz pequeños hoyos (o pozos) espaciados según las necesidades de la planta, generalmente de 20 a 30 cm para flores u hortalizas. Introduce cada semilla a una profundidad equivalente a aproximadamente dos veces su diámetro, es decir, 1 a 2 cm para la mayoría de las semillas grandes. Rellena cada hoyo con un poco de tierra fina, aplana ligeramente con los dedos y luego riega generosamente en forma de lluvia fina para humedecer bien el suelo alrededor de las semillas.
¿Cómo vigilar y mantener las siembras?
El trabajo no termina una vez sembradas las semillas. Un mantenimiento regular es necesario para garantizar un buen crecimiento. Los primeros días y semanas son cruciales, ya que los planteros y planteles son vulnerables a los cambios climáticos, plagas y la competencia de las malas hierbas.
Mantener el suelo fresco
El gesto esencial consiste en mantener el suelo fresco hasta la germinación de las semillas, ya que las plántulas en germinación son frágiles. El suelo debe permanecer húmedo, pero nunca encharcado, para evitar que las semillas se pudran. Usa una regadera con roseta fina para regar con delicadeza, preferiblemente temprano por la mañana o al final del día. Si siembras en un período seco, riega en forma de lluvia fina, todos los días o cada 2-3 días según la temperatura. Luego, espacia los riegos, sin dejar que los retoños sufran por la sequía.
Proteger las siembras de las plagas
A veces hay que proteger las semillas sembradas en superficie de la visita de los pájaros… coloca entonces un filamento, no directamente sobre el suelo (¡porque picotearán a través de él!), sino un poco elevado, sujeto con pequeños tutores.
Las babosas y caracoles suelen sentirse atraídos por los brotes frágiles. Para protegerlos, prioriza soluciones naturales como barreras de ceniza o cáscaras de huevo trituradas, o usa gránulos ecológicos en caso de una infestación importante.
Desherbar regularmente
Las malas hierbas pueden invadir rápidamente tu parcela y competir con tus siembras por agua, luz y nutrientes. Deshierba lo antes posible, teniendo cuidado de no molestar a los planteros y planteles. Una azada colineal o un escardillo pueden ayudarte a eliminar las adventicias alrededor de las hileras, pero sé delicado para evitar dañar las raíces.
Aclarar los retoños
Indispensable, excepto en el caso de una siembra grano a grano, el aclareo. Tras la germinación, si los planteros y planteles están demasiado juntos, se estorbarán mutuamente en su crecimiento. Cuando los retoños estén lo suficientemente desarrollados para manipularse, y los tallos alcancen 5-8 cm, arranca con cuidado los excedentes para lograr un espaciado adecuado, según el tamaño de las plantas, de unos 10-15 cm.
Elige, por supuesto, conservar los retoños que ya muestren mayor vigor, ¡son los ganadores! A veces se necesita un segundo paso para aclarar aún más las plantas más frondosas.
Vigilar la salud de los planteros y planteles
Examina tus siembras regularmente para detectar signos de enfermedades o carencias. Hojas amarillentas pueden indicar exceso de agua o falta de nutrientes, mientras que agujeros en las hojas señalan la presencia de plagas. Adapta tus cuidados según los problemas identificados, optando, si es posible, por soluciones naturales.
Algunos consejos
- Respeta los espacios: Demasiadas semillas en el mismo lugar pueden generar una competencia excesiva. Tómate el tiempo para espaciar tus siembras, incluso si luego tienes que aclarar si es necesario.
- Si la tierra está seca al sembrar, riega el fondo del surco. Las semillas agradecerán esta frescura y germinarán más rápido.
- Para sembrar semillas muy finas, que inevitablemente caen en «paquetes» sobre el suelo, mezclalas con arena (de río) para «diluirlas», siembra en superficie y simplemente apisona ligeramente, sin intentar enterrarlas.
- Elige el momento adecuado: Siembra preferiblemente con Tiempo tranquilo y húmedo, para evitar que las semillas sean arrastradas por el viento o resecadas por el sol.
- Identifica tus siembras: No olvides marcar tus hileras o zonas de siembra con etiquetas, para evitar pisarlas o desherbarlas por error.
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