Phoenix canariensis (semillas) - Palmera canaria

El Phoenix canariensis, también llamado Palmera canaria, Palmera de las Canarias o incluso Palmera de Niza, es una de las palmeras más plantadas en el mundo. Dotado de un tronco macizo y vertical, coronado por un gran ramo de hojas pinnadas, elegantemente arqueadas, seduce por su porte majestuoso, su plástica perfecta y su silueta que dibuja una palmera ideal. De crecimiento rápido en suelo rico, soporta la sequía, el frío hasta -7°C, tolera suelos ácidos o alcalinos, la sombra parcial y las salpicaduras del mar. Esta palmera se adapta tanto a los bordes del Mediterráneo como a lo largo del golfo de Vizcaya. En otros lugares, será una magnífica planta de invernadero.

El Phoenix canariensis pertenece a la gran familia de las Aracáceas. Es originario, como su nombre indica, de las Islas Canarias, y fue introducido en Niza en 1864 con el éxito que se conoce. Símbolo vegetal de sus islas natales, desde entonces se ha convertido en emblema de los paisajes mediterráneos, o más bien neo-mediterráneos. La Palmera canaria es una especie arborescente de los bosques subtropicales del archipiélago, situados entre 300 y 500 m de altitud en la vertiente norte y entre 500 y 1000 m en la vertiente sur. Se ha vuelto bastante rara, debido a la presión que ejerce el ser humano sobre su hábitat natural, y se ha visto obligada a refugiarse en zonas poco accesibles para las actividades turísticas.

El tronco de la palmera canaria, llamado estípite, está teñido de marrón o gris, cubierto de una especie de escamas que son los vestigios de los antiguos pecíolos. Puede alcanzar 15 m de altura y 60 cm de diámetro en terreno abierto. En la extremidad de este estípite se desarrolla una corona compuesta por más de 150 grandes hojas palmeadas, llamadas frondas. Cada hoja, que puede alcanzar 5 m de longitud, es ligeramente colgante y sostenida por un largo pecíolo bordeado de espinas. Está compuesta por pínnulas estrechas, plisadas en forma de V, coriáceas y rígidas, de un verde profundo y vivo. La floración tiene lugar en verano, en forma de inflorescencias que nacen entre las hojas, de aspecto diferente según se trate de ejemplares machos o hembras. Las de los machos son más cortas y evocan un poco a escobas. Las de las hembras son largas, colgantes, adornadas con pequeñas flores amarillas. A estas pequeñas flores les suceden frutos no comestibles, pero decorativos, en forma de bellotas, amarillo anaranjados y luego parduzcos al madurar. Cada uno contiene una semilla alargada recorrida por un surco, como los dátiles. La floración solo aparece en ejemplares maduros, después de muchos años de cultivo.

El Phoenix canariensis es una magnífica palmera, para plantar aislada en un césped o en alineación en climas suaves, incluso en primera línea de mar. Requiere espacio para expresar toda su belleza y crece rápido si no le falta agua ni alimento. Abundantemente cultivada en la Costa Azul desde finales del siglo XIX, está teniendo un éxito creciente entre los profesionales del paisajismo, pero también entre los jardineros aficionados a las plantas exóticas. Semirresistente, parece adaptarse también a la fachada atlántica de nuestro país. A veces es difícil de asociar, debido a su fuerte personalidad: resérvale el ángulo de una piscina y planta a sus pies pequeños arbustos persistentes como las salvia arbustiva, los teucriums, simples y floríferos. Los Phormiums, gráficos, sobrios y coloridos, o los magueyes, precisos y geométricos, lo acompañarán en un macizo a la vez exótico y fácil de mantener.