Rhododendron Alfred

El Rhododendron 'Alfred' es una variedad centenaria, pero que no ha perdido ni un ápice de su interés. Ofrece en primavera una hermosa floración malva iluminada de blanco en el corazón de cada flor, agradablemente romántica. Su hermoso follaje perenne verde oscuro realza esta floración. Planta de tierra de brezo, aprecia los suelos ácidos y teme al calcio. Crece preferentemente en media sombra, pero según el clima, podrá plantarse al sol en las regiones del norte, siempre que el suelo no se seque.

Los Rododendros pertenecen a la familia de las Ericáceas, que nos regala numerosas plantas ornamentales (Erica, Enkianthus, Kalmia, Zenobia, Oxydendrum...) así como algunas plantas frutales (Madroño, Arándano...). El género Rhododendron es extremadamente vasto, agrupando principalmente arbustos, pero también árboles de más de 10 m de altura, en general de hojas persistentes, pero a veces también caducifolias, especialmente en las Azaleas, que botánicamente hablando son Rododendros.

El Rhododendron Alfred es un híbrido muy antiguo, ya que fue obtenido en 1891 por T.J.Rudolf Seidel en Alemania, cerca de Dresde. El vivero Seidel sigue en actividad en Grüngräbchen (foso verde en alemán), pueblo al norte de Sajonia. Forma en su madurez un arbusto de 1,60 a 1,80 m de altura por 1,80 a 2 m de ancho, adornado con un hermoso follaje perenne verde oscuro. Evidentemente, es sobre todo su floración la que llama la atención hacia mediados de mayo y hasta junio. Hermosas flores malvas que se aclaran hasta volverse casi blancas en su corazón se emiten en racimos en los extremos de las ramas.

El Rhododendron Alfred, arbusto de tierra de brezo, esquisto o turba por excelencia, encontrará su lugar en media sombra en un suelo fresco, húmico y aireado, con pH ácido. Rústico en todas las regiones de Francia, solo dará su máximo esplendor bajo un clima húmedo y no demasiado cálido. Podrá ser utilizado aislado o en macizo, especialmente con otras plantas de tierra de brezo. Podrás asociarlo con muchas otras especies florales y, al elegir floraciones escalonadas, ¡disfrutarás de ellas todo el año! Los Avellanos mágicos abrirán el baile, con sus delicadas flores arañadas amarillas, naranjas o rojas, en pleno invierno. Los imprescindibles Camelias les seguirán a finales del invierno, con sus magníficas floraciones simples o dobles, de todos los colores, tan amplia es la gama. Luego llegará nuestro pequeño Rododendro y numerosos congéneres que se encargarán de transformar la primavera en un fuego artificial de colores. En mayo-junio, las soberbias Kalmias asegurarán el espectáculo, antes de pasar el relevo a las Hortensias para florecer el verano. Los brezos de verano, como la estruendosa Calluna vulgaris 'Bonita', encenderán el fuego hasta tarde en la temporada, antes de ceder el testigo a las variedades de Camellia sasanqua, la Camelia de otoño, que florece en realidad más bien en invierno.