Crocus biflorus Fairy - Croco

El Crocus biflorus subsp. weldenii ‘Fairy’ es una pequeña joya botánica del jardín a finales del invierno, ofreciendo una floración de una delicadeza excepcional desde febrero. Este cultivar enano de porte bajo se distingue por sus flores blancas en cáliz marcadas con finas estrías lilas en el exterior y por su follaje lineal verde oscuro finamente acanalado de blanco. Ideal en rocalla, bordillos, césped o jardinera, aporta un toque de luz a los espacios aún adormecidos. Resistente, se adapta bien a los inviernos rigurosos, siempre que se plante en un suelo ligero, bien drenado, a pleno sol o en semisombra.

El Crocus biflorus subsp. weldenii ‘Fairy’ pertenece a la familia de las Iridáceas. Es sinónimo de Crocus weldenii y también se le conoce como Croco de dos flores 'Fairy'. Esta subespecie es originaria de las laderas rocosas de altitud del sureste de Europa (Italia, Balcanes, Cáucaso occidental). ‘Fairy’ es un cultivar probablemente de origen holandés que data de 1952, seleccionado por su floración precoz y abundante (hasta 10 flores por cormo). Se diferencia de la especie tipo por sus pétalos interiores color marfil y exteriores azul-grisáceos veteados de violeta con un centro amarillo. Presenta un porte en mata baja de 7 a 10 cm de altura y 5–8 cm de envergadura en terreno abierto. Su crecimiento es rápido desde que emerge, alcanzando su tamaño adulto en 2 a 5 años. La planta puede naturalizarse lentamente mediante cormos y bulbillos. Las flores, en forma de copa cerrada al amanecer, miden aproximadamente 5 cm de diámetro, se abren de febrero a abril. El follaje lineal caduco, de 8 cm de largo, verde oscuro con una banda central blanquecina, desaparece durante el periodo de latencia estival. Los tallos son delgados pero resistentes, sostenidos por un cormo globular de unos 2 cm de diámetro, asentado sobre un sistema radicular superficial a 6–15 cm de profundidad. Los cormos aseguran el almacenamiento de reservas y la perennidad de la planta.

En el discreto despertar de un jardín aún adormecido por el invierno, el croco ‘Fairy’ teje pequeños destellos lechosos y lilas entre las piedras cálidas de una rocalla o al pie de un boj podado. Se desliza con gracia en los céspedes naturalizados, donde la luz de febrero juega a revelar la textura nacarada de sus pétalos. En macetas, se combina sutilmente con las campanillas de invierno, los iris reticulata ‘Katharine Hodgkin’ o los crocus ‘Cream Beauty’.

Un truco de los crocos: las raíces tienen la particularidad de poder contraerse como un resorte, permitiendo que la planta se fije a la profundidad ideal para su crecimiento.