Platycladus orientalis Franky Boy - Árbol de la vida

El Platycladus orientalis 'Franky Boy' es una variedad de tuya oriental muy original, por su follaje lineal fino y erguido, de un verde amarillo luminoso, y por su porte en bola compacta. Este bonito conífero, eternamente juvenil, tiene un crecimiento lento y un pequeño desarrollo. Se integrará en muchas situaciones: en rocalla, en macizo, o incluso en una gran maceta en la terraza. Es un conífero resistente, poco exigente con la naturaleza del suelo y que soporta perfectamente la poda. Se conforma con un suelo drenado no demasiado seco y una exposición soleada.

El Platycladus orientalis, también llamado Biota orientalis o simplemente Tuya oriental, a veces recibe el bonito nombre de Árbol de la vida, debido a su longevidad y vigor. Es un conífero persistente de la familia de las cupresáceas originario de China, pero distribuido también desde Irán hasta Japón. En la naturaleza, alcanza 12 a 20 m de altura, adoptando un bello porte columnar a cónico, bien ramificado, y ramas extendidas. Es una especie rústica, muy bien adaptada a climas templados y suelos calizos, puntualmente secos. Su madera se utiliza en templos budistas, para construcción, pero también quemada como incienso.

 La variedad 'Franky Boy', muy apreciada, se distingue por su tamaño reducido, su porte muy compacto en arbusto esférico a ovoide, y su follaje dorado de colores cambiantes. Su crecimiento es lento, de modo que alcanzará, como máximo, 1 m de altura para igual envergadura en madurez. Este conífero presenta un follaje filiforme, aromático al frotarlo. Los brotes jóvenes son dorados en primavera, volviéndose verde-amarillos en verano. Los conos, ovoides, están formados por 3 o 4 pares de escamas con la punta curvada. En su tronco, la corteza es pardo-rojiza, agrietada longitudinalmente.

La tuya oriental 'Franky Boy' encuentra su lugar en un jardín pequeño, en una rocalla, plantada cerca de una entrada... También puede instalarse en una bonita maceta en la terraza o balcón. Combina bien con piedras grandes, líneas geométricas de piscinas o viviendas y obras de mampostería. Puede asociarse con gramíneas, muy complementarias, o con el indestructible Microbiota decussata cuyo color otoñal es similar. Las cualidades gráficas de los coníferos se imponen naturalmente en el diseño de un jardín contemporáneo, que prefiere la estética de formas, siluetas y texturas al vaivén de las flores. Estas plantas de permanencia reconfortante estructuran duraderamente un macizo, marcan los caminos, bordean la terraza, sustituyendo fácilmente a la presencia fuerte del boj podado o del acebo. Lo importante es jugar con volúmenes y colores.