Picea omorika Nana - Pícea de Serbia

El Picea omorika 'Nana' es un abeto de Serbia de tamaño medio y crecimiento muy lento, ideal para pequeños jardines. Presenta un bonito porte cónico y compacto, alcanzando en promedio 2,50 m de altura por 1,50 m de ancho solo en su madurez. Sus ramas cortas y muy densas llevan agujas brillantes de un verde suave con el revés plateado. Su silueta anima las grandes rocallas y se presta para el cultivo en maceta grande en una terraza. Es un pequeño conífero vigoroso y muy resistente, poco exigente, que no necesita poda. Se conforma con un suelo drenado no demasiado seco y una exposición soleada.

El Picea omorika, también llamado abeto de Serbia, es una planta de la familia de las pináceas originaria de Bosnia y Serbia. Es una especie rara, endémica del valle del Drina (en el oeste y este de Serbia). En su entorno natural muy duro, este árbol supera los 30 m de altura y muestra un porte piramidal estrecho y ramas colgantes. Este conífero es tolerante con el suelo y soporta perfectamente la contaminación.

La variedad 'Nana' presenta ramas muy ramificadas, formando inicialmente un cono erguido, que se vuelve más laxo con los años. Su crecimiento es muy lento, del orden de 10 cm de altura por 5 cm de ancho al año. Un ejemplar de 10 años no superará los 3 m de altura por 2 m de diámetro en la base. Produce ramas finas y cortas, muy apretadas, ligeramente dirigidas hacia el cielo. Están cubiertas de agujas relativamente largas, aplanadas y brillantes, dispuestas radialmente alrededor de las ramas, y aromáticas (olor a resina). Son de un verde-azulado vivo en el haz y poseen 2 bandas blancas y brillantes en el envés, lo que confiere al follaje reflejos plateados.

El abeto de Serbia enano 'Nana' merece ser más conocido y plantado en los jardines, en toda España. Por su facilidad de cultivo, su personalidad y su desarrollo muy reducido, es una planta perfecta para pequeños jardines, rocallas y terrazas. Se adapta a numerosas situaciones y climas, siempre que el suelo que lo acoge esté bien drenado. Esta planta combina bien con grandes piedras, líneas geométricas y obras de mampostería. Puede asociarse con coníferas enanos de porte postrado (Juniperus horizontalis Blue Chip), globular o columnar. Las cualidades gráficas de los coníferos se imponen naturalmente en el diseño de un jardín contemporáneo, que prefiere la estética de las formas, siluetas y texturas al vaivén de las flores. Estas plantas de permanencia reconfortante estructuran duraderamente un macizo, marcan los caminos, bordean la terraza, sustituyendo fácilmente a la presencia fuerte del boj podado o del acebo. Se asocian bien con brezos, salvia arbustiva o plantas cubresuelos como las aubrietas, los cerastios, así como con arbustos de flores ligeras como los gauras. Lo importante es jugar con los volúmenes y los colores.