Picea abies - Pícea común

La Pícea común, en latín Picea abies, es un majestuoso conífero que conoces sin saberlo bajo la apariencia simpática del árbol de Navidad, aunque en los últimos años ha sido desplazado por el Abeto de Nordmann. Se reconoce por su porte cónico a piramidal regular, sus conos colgantes y su follaje en agujas verde oscuro, brillantes, cortas y punzantes. La pícea común es una especie de climas fríos y húmedos, que prospera al sol o en media sombra, en cualquier suelo fresco pero drenado. Se recomienda para parques y jardines grandes.

El Picea abies, también llamado Abeto de Noruega o Pícea común, es un conífero persistente perteneciente a la familia de las pináceas. Es originario del norte de Europa, más concretamente de Escandinavia. En su entorno natural, presenta un porte típicamente cónico y piramidal, y puede alcanzar 30 m de altura, incluso más en Europa del Este. Esta especie más bien montañosa y forestal tolera bastante bien la media sombra. Su sistema radicular superficial, extendido, lo hace sensible a los vientos fuertes, especialmente porque su vegetación de gran volumen ofrece una buena resistencia al viento.

La pícea común muestra un crecimiento moderadamente rápido, según las condiciones de cultivo. Desarrolla un tronco recto y una corona cónica a piramidal. Su corteza es de color marrón-rojizo, inicialmente con escamas finas, volviéndose con la edad de color marrón-grisáceo con escamas más gruesas que se desprenden. Su madera blanca es muy apreciada en carpintería. Las ramas son largas y colgantes o, por el contrario, cortas y rígidas. Las agujas punzantes, de 1.5 a 2.5 cm de largo, solitarias, se insertan en forma de cepillo en las ramas. Son de un verde bastante oscuro y persisten todo el año, incluso en invierno. El Picea abies es una especie monoica, es decir, que los conos masculinos y femeninos aparecen en diferentes partes del mismo árbol: los conos masculinos, ovalados y de color amarillo-anaranjado, se desarrollan en las ramas de un año, mientras que los conos femeninos aparecen en los extremos de las ramas. Estos últimos, inicialmente erectos y de color verde a rojizo, se vuelven marrones y colgantes. Estos conos escamosos miden entre 10 y 18 cm de largo. Después de liberar pequeñas semillas marrones, caen al suelo en invierno.

El abeto de Noruega está especialmente adaptado a jardines de montaña y climas fríos. Su gran desarrollo lo reserva para jardines grandes. Combina bien con piedras, líneas geométricas y obras de mampostería. Se puede colocar aislado o en grupos de tres ejemplares para crear un gran bosquete. A sus pies, puedes plantar helechos avestruz (Matteuccia struthiopteris), violetas, Sello de Salomón o acedera de bosque (Oxalis acetosella), por ejemplo. Las cualidades gráficas de los coníferos se imponen naturalmente en el diseño de un jardín contemporáneo, que prefiere la estética de las formas, siluetas y texturas al vaivén de las flores. Estas plantas, con su permanencia tranquilizadora, estructuran el espacio de manera duradera.