Pieris japonica Debutante - Andrómeda

La Andrómeda del Japón o Pieris japonica 'Debutante' es un encantador arbusto tupido de pequeño tamaño, que forma una auténtica bola cubierta de una floración blanca especialmente abundante a principios de primavera. Fácil de cultivar en cualquier suelo ácido y fresco, esta variedad produce una profusión de pequeñas campanillas blanco-crema, en racimos erguidos sobre un follaje persistente de un verde oscuro brillante y elegante. Espléndido en una maceta grande en la terraza, en rocalla fresca o en macizos de arbustos, siempre a media sombra.

 Los Piéris pertenecen a la familia de las ericáceas, al igual que los brezos y los rododendros. Son arbustos de tierra de brezo, o al menos de suelos no calcáreos, con follaje persistente cuyos nuevos brotes adquieren tonos rosados o cobrizos, acompañando una bonita floración en racimos de pequeñas campanillas a menudo perfumadas. Muy fáciles cuando se cumplen las condiciones, aprecian un suelo ligero, que permanezca fresco y ácido, una exposición a media sombra o soleada siempre que no sea un sol abrasador. Las variedades derivadas del Pieris japonica son muy resistentes una vez establecidas.

La variedad de Andrómeda del Japón 'Debutante' es una forma muy compacta con un porte tupido ligeramente erguido, que rara vez supera 80 cm de altura por 50 cm de extensión en su madurez. Sus hojas pequeñas lanceoladas de un verde bastante oscuro con reflejos azulados son lustrosas en su cara superior. Suceden a los brotes primaverales de un verde tierno. La floración blanco-crema, muy ligeramente perfumada, compuesta de racimos más bien erguidos repletos de multitud de pequeñas urnas, es precedida por botones rosa pálido muy decorativos en invierno. Tiene lugar de marzo a abril.

 De crecimiento lento, 'Debutante' no necesita poda, muy poco mantenimiento y será perfecta para los pequeños jardines, en macetas y jardineras, en rocalla o en bordes de césped. Espléndido arbusto de hoja perenne imprescindible en suelo ácido, relativamente adaptable en suelo ordinario enriquecido con turba y mantillo, dotado del mismo encanto que los brezos arbustivos, sin su lado un poco austero una vez que la floración se agota, se combinará de manera natural y con mucha elegancia con los Rododendros y las Azaleas caducifolias, rodeado de un macizo de heléboros, helechos y Pernettya. Un madroño enano, generalmente en flor en invierno, se asociará bien con los Piéris Debutante, prolongando además la duración de la floración de un macizo.