Chamaecyparis pisifera Golden Pincushion - Falso ciprés sawara

El Chamaecyparis pisifera 'Nana', también llamado Ciprés Sawara, es una variedad enana que forma una nube baja de follaje verde-amarillo a amarillo dorado, aplanado y suave al tacto como el musgo. El aspecto difuso de su porte globular en cojín aplanado e irregular, y su follaje largo, fino y aplanado le dan un aire natural, menos estricto a este conífero. De crecimiento lento, es un cultivar que encuentra su lugar en una pequeña rocalla, en macetas o incluso en bordillos de una terraza, entre otros coníferos y gramíneas. Se cultiva en un emplazamiento luminoso para una coloración más intensa de su follaje en un suelo fresco, rico, bien drenado, neutro a ácido.

El Chamaecyparis pisifera es una robusta especie japonesa perteneciente a la familia de las cupresáceas, que puede alcanzar 45 m en estado natural. Se utiliza principalmente por su madera imputrescible amarillo limón, en la confección de muebles lacados y para la construcción de numerosos edificios como palacios en su país de origen. Ha dado lugar a numerosos cultivares.

La variedad Nana forma tras muchos años un hermoso arbusto de porte bajo, en cojín aplanado y extendido, midiendo solo 30 cm de altura por 60 cm de envergadura. Sus ramas delgadas y apretadas son muy flexibles, algo colgantes, cubiertas de un follaje amarillo-verdoso, que se vuelve verde en las partes sombreadas y se aclara a amarillo dorado al sol. Las hojas juveniles son aciculares (lineales, rígidas y puntiagudas) y claras, mientras que las hojas adultas son escamosas y puntiagudas, más oscuras. El revés de estas hojas muestra una banda blanca muy marcada, correspondiente a una fila de estomas (los 'poros' en la epidermis de la planta). Su corteza, poco visible, es de un rojo oscuro, con aspecto fibroso.

El Chamaecyparis pisifera 'Nana' es un pequeño conífero muy apreciado en los jardines por su porte irregular, bajo y su coloración dorada. Es ideal para la plantación en bordillos de terraza y en una rocalla. Por su crecimiento muy lento y su silueta en cojín aplanado, que no requiere poda, quedará maravilloso en compañía de variedades más altas, de porte columnar, piramidal o cónico estrecho. Las reales cualidades gráficas de los coníferos enanos se imponen naturalmente en la concepción de un jardín contemporáneo, que prefiere el esteticismo de las formas, las siluetas y las texturas al vaivén de las flores. Estas plantas de permanencia reconfortante estructuran duraderamente un macizo, marcan los caminos, bordean la terraza, sustituyendo fácilmente a la presencia fuerte del boj podado. Sirven de marco a pequeños rosales, peonías o gramíneas despeinadas de temperamento muy complementario. También se pueden instalar en un seto mixto, o asociarlas a plantas cubresuelos como las aubrietas, los cerastios, así como a arbustos con flores. Lo importante es jugar con los volúmenes y los colores.