Agave havardiana

El Agave havardiana, o Maguey, originario de las montañas calcáreas y semi-desérticas situadas en la parte central del norte de México, es una de las más resistentes del género. En un suelo seco, soportará heladas de hasta -23°C, y sobrevivirá a nuestros inviernos con -17°C siempre que la protejas de la lluvia en invierno. Esta vivácea forma, lentamente, una roseta bien abierta, de tamaño medio, cuyas hojas dentadas de un color gris-azulado están organizadas de manera muy regular. La floración surge del centro de las rosetas más viejas, lo que significa la muerte de la planta, que habrá producido rechazos cerca de su tocón. Dotada de una armadura feroz que implica cierta distancia de las zonas de paso, posee una presencia arquitectónica única de la que podrás disfrutar en una gran rocalla, en un talud o en un macizo elevado, en la mayoría de nuestras regiones.

El Agave havardiana, descrita en 1912, es una especie botánica de crecimiento muy lento adaptada a la mayoría de nuestros climas, siempre que la instales en un suelo rico en piedras y arena gruesa, muy drenante. Pertenece a la familia de las agaváceas, al igual que los Yuccas o la Tuberosa. Esta planta suculenta herbácea vivácea posee rizomas capaces de producir chupones, pero se reproduce más fácilmente por sus semillas que por la producción de rosetas hijas. Carece casi por completo de tallos aéreos. Su roseta, poco densa y bien abierta, alcanzará en promedio 50 cm de altura y 70 cm de diámetro en la madurez. Está compuesta por hojas gris-azul a gris-verde que presentan una forma característica: son anchas en la base, se ensanchan a media altura y se estrechan largamente hacia su extremo. La punta de cada hoja termina en una larga espina de 3 a 6 cm, de color marrón-negro. Son bastante planas, poco gruesas, bordeadas por dientes regularmente espaciados, de color gris-marrón a rojizo en los planteros y planteles.Cuando una roseta está madura, después de muchos años, produce un bohordo floral que a veces alcanza los 3 m de altura. Presenta algunas ramificaciones horizontales. Las ramificaciones llevan panículas aplanadas y esféricas. La roseta, calificada como monocárpica, muere después de la floración, que dura varios meses. Si, en la naturaleza, el Agave havardiana no suele producir rechazos, los pocos ejemplares que se multiplican así han sido seleccionados y ampliamente difundidos en cultivo. Por ello, no es raro que la planta se rodee de rosetas hijas desde los primeros años de cultivo.

Este maguey muy resistente encontrará su lugar en una gran rocalla, una pendiente expuesta al sur o en los límites de un jardín seco, donde su silueta notablemente gráfica destacará sobre un decorado mineral, muy depurado, puntuado por algunas gramíneas silvestres como el Stipa ichu o el Stipa gigantea. Podrás asociarlo con el higo chumbo y otras tunillas, con la gran ferula, con cactus cirio bastante resistentes (Cleistocactus strausii, Cylindropuntia imbricata), plantas todas igualmente frugales. Una buena manera de realzar los magueyes consiste en colocar a sus pies plantas cubresuelos de terrenos secos: onagras, Osteospermum, artemisas blancas enanas, Cerastostigma plumbaginoides, Delosperma cooperi, cuyo follaje ocultará el hueco dejado por una planta muerta. También puedes cultivar este maguey en una maceta en la terraza, entre una colección de cactus, eligiendo con cuidado el lugar más soleado. ¡Recuerda alejar esta bella planta de las zonas de paso y de los niños pequeños!

El maguey es también una planta comestible, con la que se fabrica en México el mezcal, una bebida alcohólica obtenida por fermentación de su jugo rico en azúcares. También se utiliza en medicina tradicional en México, Brasil e India, y posee propiedades antifúngicas comprobadas. Muy melíferas y nectaríferas, las inflorescencias atraen a numerosos insectos libadores.